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Día de la Virgen de Fátima: la veneración a María de Nazaret nos consuela en medio de la dificultad

Sintámonos invitados a encontrar en la espiritualidad posibilidades de crecimiento y felicidad. Sí podemos.

Alberto Linero /Foto: Instagram @PLinero
Alberto Linero /Foto: Instagram @PLinero

La vida está llena de experiencias místicas. Esto es, de experiencias sublimes que no se pueden explicar ni entender a través de los argumentos y los conceptos, pero tienen el poder de darle sentido a nuestra existencia, consolándonos y fortaleciéndonos para seguir adelante.

Una de estas experiencias es la religiosa, y en medio de la fe católica hay una que es la de las apariciones de la virgen.

En algunos lugares, personas aseguran haber visto a laMadre de Jesús y recibir de ella unos mensajes. Como un ejemplo tenemos que en Fátima tres niños pastores: Francisco, Jacinta y Lucía, afirmaron que la virgen se les apareció el 13 de mayo de 1917, en Cova da Iria, cerca al pueblo de Fátima en Portugal.

Fue la primera de una serie de apariciones que se repitieron los días 13 de cada mes, hasta octubre de ese año, en las que la figura de la madre de Jesús les reveló tres secretos. Eran tiempos difíciles, ya que se estaba en medio de la primera guerra mundial y la fe fue fuente de paz y consuelo para esas personas.

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En la fe católica se adora sólo al Dios uno y trino, pero se tiene un culto de veneración por María de Nazaret y se tienen varias advocaciones de ella según sea el lugar en el que se rinde culto, por ejemplo, la virgen del Carmen, haciendo mención del monte Carmelo; o por alguna situación especial de ayuda, como la virgen de los dolores; o de alguna experiencia en especial, como la de la Medalla Milagrosa.

Son expresiones de la fe que buscan que los creyentes no sólo se sientan apoyados en su camino de realización, sino que tengan en ella un ejemplo de discipulado de su Hijo.

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Creo que en los tiempos difíciles que vivimos en nuestro país por la pandemia y todo el estallido social, necesitamos momentos de experiencia espiritual que nos hagan trascender y encontrar que somos iguales, que nos necesitamos para ser feliz y que, en medio de las diferencias podemos consensuar y hacer que la vida sea más justa y equitativa.

La experiencia espiritual tiene que ser una buena oportunidad para entender que podemos respetarnos y no quererle imponer nuestras opciones a los otros, sino al contrario, abrirnos a vivir en una verdadera comunión.

Sintámonos invitados a encontrar en la espiritualidad posibilidades de crecimiento y felicidad. Sí podemos.

Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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