Intriga por el rumbo de la Iglesia: expectativas del cónclave
Los cardenales llegan en silencio, pero el mundo murmura nombres con esperanza y ansiedad.
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Roma respira distinto cuando se acerca un cónclave. El aire se vuelve más denso, como si cada piedra del Vaticano supiera que está a punto de escribirse una página crucial de la historia. La Capilla Sixtina ya se prepara: techos que han visto siglos de plegarias, de dudas, de elecciones, volverán a ser testigos del misterio del espíritu.
Los cardenales llegan en silencio, pero el mundo murmura nombres con esperanza y ansiedad. Porque lo que está en juego no es solo una figura: es un estilo, una mirada, un modo de escuchar los dolores de este tiempo.
Cada uno lleva una historia, un continente, una sensibilidad. Cada uno representa un posible rumbo para una Iglesia que ya no puede encerrarse, que debe escuchar más que dictar, acompañar más que señalar.
Y mientras el mundo especula, en el interior de la Sixtina habrá oración, habrá conciencia del peso, habrá corazones que tiemblan al pensar que el llamado puede ser para ellos.