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No tenemos la vida asegurada; el próximo minuto podríamos no estar aquí

Las cifras son aterradoras, ya se habla de casi 8 mil muertos y la OMS cree que podrían ser 20 mil las víctimas mortales de este terremoto en Turquía. Todo esto lleva a que nos cuestionemos en torno al sentido de la vida.

Albeto Linero
Albeto Linero
Foto: Blu Radio

El hombre, con rostro de desesperación, agarra la mano de la joven que está atrapada en medio de unas paredes. Su mirada refleja la impotencia frente a la realidad que no puede controlar y lo hace sufrir. Es un padre que sostiene la mano de su hija muerta por el terremoto que afectó aTurquía y Siria.La escena expresa la vulnerabilidad humana, pero también el amor que trata de vencer todo obstáculo.

Las cifras son aterradoras, ya se habla de casi 8 mil muertos y la OMScree que podrían ser 20 mil las víctimas mortales de este terremoto. Todo esto lleva a que nos cuestionemos en torno al sentido de la vida. Y también algunas personas religiosas se preguntan por la presencia de Dios en experiencias tan duras como estas, mientras otras suponen que esta hilera de días que se van juntando están a merced de este tipo de accidentes o desastres naturales, y no entienden para qué planear o seguir adelante. Por eso, creo que es el momento de generar tres tipos de emociones:

1. La solidaridad. El saber que cuando el otro está sufriendo, todos debemos movilizarnos para ayudar. No importa su cultura, su religión, su ideología política, lo que importa es que es un ser humano necesitado. Lamento que sólo entendamos que nos necesitamos los unos a los otros en situaciones como estas.

2. La esperanza. No podemos dejarnos arrastrar por el dolor y el sinsentido; los que estamos vivos necesitamos creer que hay un mañana mejor, que siempre nos podemos reponer, que no todo está perdido y que la vida, con su fuerza titánica, supera toda dificultad.

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3. La pasión por el presente. Gozarnos cada momento entendiendo que no tenemos la vida asegurada y que el próximo minuto podríamos no estar. Amar, servir y gozarse las relaciones que tenemos con los otros, porque siempre estamos ante la incertidumbre de si mañana quizá ya no estén.

Nadie alcanza a sentir el dolor del otro, pero seguro todos sabemos lo que es el dolor, y por eso necesitamos abrir el corazón para ayudar con acciones concretas.

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