
¿Qué es una relación tóxica y cómo salir de ahí?
Hay por lo menos, tres indicadores de que estamos en una relación tóxica.

Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Estoy en el parque caminando y una señora se me acerca y me saluda con aprecio. Conversamos un rato y, en medio de la charla, me hace una pregunta: “¿Qué es una relación tóxica?”
Le respondo que una relación tóxica es ese vínculo que, en lugar de nutrirte, de hacerte crecer, te desgasta emocional, mental e incluso físicamente. Te estanca y te hace sufrir constantemente. Es una relación en la que el amor —si lo hay— no es suficiente para generar bienestar, crecimiento ni libertad. Al contrario: te limita, te confunde, te manipula o te lastima. Desde una mirada existencial y emocionalmente consciente, una relación tóxica no necesariamente es violenta en lo evidente, pero sí te desconecta de tu dignidad, tu autenticidad y tu paz interior.
Le digo que encuentro, por lo menos, tres indicadores de que estamos en una relación tóxica:
1. Te sientes culpable por ser tú mismo. Sientes que debes callar, ceder o esconder lo que eres para que el otro no se moleste o no te abandone.
2. Hay manipulación emocional. Chantajes, silencios prolongados, cambios bruscos de humor… todo esto te hace sentir confundido, ansioso o responsable del malestar del otro.
3. Control disfrazado de amor. El “te celo porque te amo” no es amor, es inseguridad. Cuando hay desconfianza constante, revisiones del celular, aislamiento de amigos o familiares, no hay libertad… y sin libertad no hay amor sano.
Publicidad
También le digo que muchas veces nos mantenemos en relaciones de ese tipo por miedo: miedo a la soledad, al rechazo, al fracaso. Además, porque a veces confundimos intensidad con amor, celos con cuidado y dependencia con conexión. Y esto, tal vez, porque nos enseñaron a aguantar en lugar de poner límites. Porque, tristemente, normalizamos el dolor.
La señora sonríe con algo de timidez y me pregunta cómo se sale de ahí. Le digo: Reconociéndola. No puedes cambiar lo que no aceptas. Pidiendo ayuda. A un terapeuta, a amigos que te quieran bien, a tu propia conciencia. Reconectando contigo. Volver a lo que eres, a lo que sueñas, a lo que necesitas. Eligiendo con amor propio. Porque mereces una relación donde te sientas libre, acompañado, respetado y valorado.
Ella me da un abrazo y sigue su camino. Y yo decido contarles esto en una editorial.