Este martes, según la Organización de las Naciones Unidas, se celebra el “Día de la Cero Discriminación” como una invitación a generar un lenguaje, actitudes y comportamientos que destaquen la unicidad de cada ser humano y proclamen nuestra igual dignidad, entendiendo que todos gozamos de los mismos derechos. Creo que podríamos preguntarnos por qué discriminamos; yo encuentro dos razones evidentes:
1. Porque le tenemos miedo al diferente, porque todo lo que no conocemos nos genera temor y eso nos hace agresivos, violentos y capaces de apartar a cualquiera de nuestro lado.
2. Porque hemos vivido desde el concepto de la “normalidad”, asumiendo que aquel que se sale de la media común de los seres humanos, es anormal y extraño.
Fernando de la Rosa lo explica en estos términos: “Aceptar la normalidad como modelo a seguir implica que nos acercamos todos a una media. Una media implica que lo que tenemos en común tiene mayor peso que lo que nos diferencia. Creo que debería ser al revés: Somos todos diferentes, pero tenemos algunos puntos en común. Yendo un paso más allá, todos intentamos mantener un equilibrio entre dos grandes fuerzas: nuestra individualidad y la necesidad de pertenencia a la sociedad. Todos somos diferentes y necesitamos muestras de nuestra individualidad personal que confirmen nuestra identidad” cierro cita.
En este sentido, lo que necesitamos es ser capaces de liberarnos de los prejuicios, de los miedos frente a la diversidad, pero a la vez, del deseo irracional de querer que todos tengamos las mismas características físicas, intelectuales, religiosas, culturales, etc. Nadie tiene más dignidad que otro por tener tal o cual característica, ni se puede construir una sociedad justa y equitativa si las relaciones se plantean desde paradigmas excluyentes.
Estoy seguro de que cada, uno en la medida que más se conoce, tiende a aceptar a los otros tal cuál como son, porque se da cuenta de sus imperfecciones y de la necesidad de ser aceptado y reconocido por todos. Sólo podremos ser felices si somos capaces de entender que la diferencia es una riqueza y que siempre podemos construir consenso y no es necesario marginar a nadie.