En entrevista en Sala de Prensa, el académico y analista político Pedro Medellín analizó las tensiones dentro del gabinete del presidente Gustavo Petro, a raíz de la filtración de un chat entre ministros en el que el titular de Justicia, Armando Benedetti, lanzó fuertes acusaciones contra uno de sus colegas.
Para Medellín, este episodio no es un hecho aislado, sino “el reflejo de un ambiente laboral dominado por la agresión, el señalamiento y las emociones”.
El analista fue enfático al afirmar que este tipo de conflictos son coherentes con la forma de gobernar del presidente. “Con un jefe como Petro, no me parece nada raro que el ambiente laboral de los ministros sea ese... Es el reflejo de lo que es el jefe y de lo que son los funcionarios”, aseguró.
Según Medellín, mientras otros mandatarios promovían un entorno institucional y técnico, en el actual Gobierno predomina la confrontación emocional y el impulso antes que la deliberación racional.
En su análisis, el académico retomó una reflexión filosófica para explicar la dinámica interna del Ejecutivo. “Cuando en la política rigen las pasiones sobre la razón, lo que predomina son el conflicto, la manipulación y el engaño”, citó Medellín al filósofo Baruch Espinosa, señalando que el debate público dentro del gabinete se ha degradado al terreno de la ofensa personal. “No es la crítica ni el cuestionamiento lo que prima, sino la ofensa”, enfatizó.
Medellín también sugirió que la filtración del chat pudo ser intencional: “Creo que hay ministros que no se sienten cómodos con esa tensión permanente... y buscan que esto obligue a un cambio de ambiente laboral”. Según su lectura, el gabinete de Petro no funciona como un equipo de Gobierno, sino como “distintas tribus en torno a determinados intereses”, donde las lealtades personales pesan más que los proyectos colectivos.
En cuanto al rol del ministro Benedetti, Medellín lo describió como una figura “de compensación afectiva” frente al temperamento del presidente. “Benedetti trivializa la crítica, distensiona los conflictos y cumple un papel emocional importante para un líder tan volátil como Petro”, explicó.
Finalmente, el analista concluyó que el presidente no ejerce un control efectivo sobre su equipo y que el caos interno parece no incomodarlo. “El presidente dicta, actúa, impone; no hay diálogo de trabajo... Ese es un ambiente normal para él”, sentenció Medellín.
Su diagnóstico revela una preocupación mayor: que la emocionalidad, la improvisación y los choques personales estén reemplazando la deliberación racional y la cohesión política en el corazón del gobierno nacional.