Comunidades indígenas de Antioquia proponen su propio camino hacia la paz desde el territorio
La paz para los pueblos indígenas, especialmente en Antioquia, va más allá del silencio de las armas. Es un proceso interior, espiritual y comunitario.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
La paz en Colombia ha sido un anhelo histórico, lleno de acuerdos, tropiezos y desafíos. Pero para los pueblos indígenas, especialmente en Antioquia, esa paz va más allá del silencio de las armas. Es un proceso interior, espiritual y comunitario.
Así lo explica Víctor Manuel Rodríguez, gobernador del cabildo indígena Nutabe mayor del Valle de Aburrá: “Para que pueda haber paz fuera de nosotros, tenemos que buscar esa paz interior. Es conociéndonos, sabiendo quiénes somos, de dónde venimos, cuál es nuestra misión. Se ha deteriorado el concepto de paz porque creemos que es soltar una paloma blanca o firmar acuerdos, pero esos acuerdos suelen tener intereses personales o grupales”, afirma.
Según la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), los pueblos indígenas siguen en situación de alta vulnerabilidad social y económica, debido a la persistencia del conflicto armado y al bajo reconocimiento institucional.
En medio de estas limitaciones, José Adalberto —gobernador del Cabildo Indígena en el Área Metropolitana— hace un pedido urgente: “Hay que pasar de lo escrito al hecho y reconocer a los movimientos indígenas. No revictimizarlos. Un gobernador indígena en la ciudad tiene la misma autoridad que uno civil, pero muchas veces no tiene espacio, ni siquiera un salario mínimo para ejercer su rol”, denuncia.
Pese a que el Acuerdo de Paz firmado en 2016 contempla enfoques étnicos y territoriales, su implementación ha sido desigual. Según la Unidad para la Implementación del Acuerdo Final, aunque hay avances en programas como los PDET, en Antioquia se ha registrado baja incidencia territorial y poco cumplimiento normativo por parte de las entidades estatales.
A esto se suma una cifra alarmante: 110 indígenas asesinados desde la firma del Acuerdo, según la Unidad Indígena del Pueblo Awá, hasta noviembre de 2024.
Richard Sierra, líder indígena del Pueblo Zenú en el Bajo Cauca, advierte que la paz en el papel no se traduce en transformaciones reales: “Si bien ha habido avances, se concentran en el nivel nacional. En los territorios, la implementación del Acuerdo de Paz es casi invisible. Las comunidades siguen sin reconocimiento institucional y sin capacidades para ejercer gobierno propio”, señala.
A pesar del panorama, la Organización Indígena de Antioquia (OIA) resalta el papel propositivo de las comunidades. Muchas de ellas han construido planes de vida y estructuras organizativas autónomas, convirtiéndose en actores clave en la construcción de paz desde los territorios.