El contacto con centros urbanos y otras comunidades ha transformado los modos de producción alimentaria de los pueblos indígenas en Antioquia. Así lo señala el Perfil de Desarrollo Departamental de Grupos Étnicos de la Universidad de Antioquia, que advierte cómo estas dinámicas han afectado prácticas ancestrales como la caza, la pesca y la recolección.
Para Víctor Manuel Rodríguez, gobernador del Cabildo Indígena Nutabe Mayor en Medellín y el área metropolitana, este cambio forzado ha motivado a su comunidad a trabajar en procesos de recuperación cultural.
"Nos impusieron una cultura que no es la nuestra, como pueblos originarios. La cultura indígena Anutá es un pueblo originario que tiene sus usos y costumbres, que había perdido por la civilización y la modernización. Pero, a partir de 1993, cumpliendo un llamado espiritual, hemos venido recuperando. Por eso nosotros hablamos de cuatro tiempos: la recuperación, la restauración, la reivindicación y la resignificación", dice Rodríguez. Aunque muchas comunidades indígenas cuentan con estructuras de Gobierno propio, el desconocimiento de sus derechos por parte de las instituciones y la falta de apoyo estatal dificultan su gobernanza real.
"El Estado no logra transferir las capacidades para el desarrollo del Gobierno propio", afirma Richard Sierra, líder del pueblo Zenú en el Bajo Cauca. Mientras en regiones como el Bajo Cauca el conflicto armado y el abandono estatal debilitan el liderazgo indígena, en las ciudades el riesgo es otro: la desaparición cultural.
"Hay una gerencia étnica, una voluntad política que continúa desde la administración anterior. Pero nuestra voluntad es que haya una Secretaría Indígena, teniendo en cuenta que hay 34 comunidades en riesgo de desaparecer cultural y físicamente, más aún en Medellín", señala el líder José Adalberto, gobernador del Cabildo Indígena en el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, quien hace un llamado urgente a priorizar un enfoque étnico diferencial.
Esta solicitud cobra aún más sentido si se considera que, según cifras de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, el 32 % de las víctimas de desplazamiento en Colombia durante 2023 fueron indígenas. Muchas de ellas llegaron a Medellín, donde hoy enfrentan pobreza, exclusión y la amenaza de perder su identidad.