“Volví a nacer”, así resume el concejal de Rionegro por el Partido Verde Cristian Norbey Ospina, el secuestro exprés del que fue víctima en Fusagasugá, Cundinamarca. Lo que parecía una cita de negocios en el sector de la construcción terminó convertido en un montaje criminal cuidadosamente planeado bajo la modalidad de “falso servicio”, con dólares falsos como señuelo y un ambiente de confianza que en segundos se transformó en terror.
Ospina viajó junto a un socio ingeniero a la cita, convencido de que allí encontraría una oportunidad comercial para sus negocios en el Oriente antioqueño, teniendo en cuenta que tiene una ferretería. Primero revisaron 150 dólares en un banco, donde confirmaron que eran auténticos, lo que les dio seguridad para firmar un contrato con los supuestos negociantes, con los que incluso compartieron bebidas.
Sin embargo, al regresar a la finca donde se desarrollaba la supuesta negociación, donde llegaron por un falso comandante de la Policía Nacional, todo cambió.
"En ese momento, salen tres hombres armados de una habitación con cuchillo y pistola. A mí me tiran al suelo y al amigo mío lo tiran como a ahorcar, porque él tenía una cadena de oro. Y me quitan todo, celular, billeteras, plata, todo. Me tira un golpe con la cacha de la pistola en la cabeza. Nos dicen que la orden era secuestrarnos o matarnos", destacó.
Los delincuentes los amarraron y les quitaron celulares, computadores, billeteras y documentos. Desde sus cuentas bancarias transfirieron millonarias sumas de dinero y, como parte de la intimidación, los obligaron a posar en fotografías junto a sustancias que parecían drogas, advirtiéndoles que, si denunciaban, difundirían esas imágenes para destruir su nombre y reputación.
Tras intensas llamadas y presiones, los criminales decidieron liberarlos. Les dieron apenas doscientos mil pesos para regresar a Bogotá y la orden de no volver a aparecer por la zona: “a ustedes los vendieron desde Rionegro”, les dijeron los delincuentes.
"Cuando yo vi las armas, dije, Dios mío, aquí ya, hasta que llegamos nosotros, o nos van a picar, nos van a tirar por un río o nos van a llevar para el monte. La verdad, nadie sabía que íbamos para allá, pues porque ese era un tema del negocio. No veía nada malo, o sea, yo te digo que volvieran a hacer", relató.
El hurto ascendió a cerca de 50 millones de pesos entre dinero, cuentas vaciadas, equipos y documentos de ambos, aunque la mayor pérdida fue para él. Pese a las amenazas, el concejal destaca que lo más valioso fue sobrevivir, aunque aún se recupera de los golpes y de una fractura en la nariz, pero agradece poder contar lo ocurrido.
"Damos gracias a dios por la vida, la verdad, porque, pues, lo material va bien, ¿no es cierto? Yo creo que hoy podemos contar el cuento, y ayer veía la noticia al veterinario y yo decía, Dios mío, eso nos puede pasar a nosotros, y somos de buenas que que estamos vivos y estamos con vida y después me me me hospitalizan porque el golpe de la cadera sí se me está yendo en la toma", expresó.
Ospina y su socio salieron a pie por un monte hasta reencontrarse con el taxi que habían contratado previamente para llegar al sitio y, ya en la capital, interpusieron la denuncia ante la Fiscalía y el CTI. Allí les confirmaron que esta modalidad es “el pan de cada día” en Bogotá y municipios cercanos, donde empresarios y comerciantes son citados con la promesa de inversiones para luego ser despojados de sus bienes.
Por lo pronto, el concejal deberá presentarse este martes a Medicina Legal para que se evalúe la gravedad de sus heridas, según dijo en diálogo con Blu Radio.