Campesinos sobrevivieron 6 días a la deriva en el Pacífico consumiendo agua lluvia y pescado crudo
Fueron 3 campesinos de una misma familia los que milagrosamente se salvaron tras días a la deriva.
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El 14 de septiembre de 2025, John Boya, de 35 años zarpó de la vereda Basan en la zona rural del Charco, la intensión era regresar a la vereda la Ensenada del municipio de Iscuande en el Pacífico nariñense, pero todo terminó en un naufragio que duró seis días en aguas del mar Pacífico.
Boya no estaba solo; lo acompañaban uno de sus hermanos y un primo menor de edad, que no tenían ninguna experiencia del arreglo de motores de lanchas ni mucho menos en faenas en alta mar.
Blu Radio dialogó en exclusiva con John Boya, motorista quien junto a sus familiares sobrevivieron seis días consumiendo agua lluvia y uno que otro pescado crudo.
Boya recuerda que eran pasadas las 10:00 de la noche del domingo 14 de septiembre cuando intentaban regresar a la casa luego de asistir a ver un encuentro de fútbol en la vereda Basan, del municipio del Charco en la subregión del Sanquianga en el Pacífico nariñense.
“El motor se apaga y pensamos que era falto de gasolina, le echamos combustible y empezamos a halarle guasca y el motor no encendía, y solo pensamos que cuando suba la marea, el agua nos entra a la vereda, pero no fue así", dijo el pescador.
"El motor falló, la comunicación era pésima en esa región y la lancha quedó a la deriva en un naufragio, estábamos solos, enfrentando un océano inmenso sin comida ni provisiones suficientes y lo peor sin la oportunidad de un rescate rápido", aseguro Boya.
Un milagro salvó a tres campesinos nariñenses de morir en el mar Pacífico tras permanecer seis días a la deriva sin agua ni provisiones, luego de que la lancha en la que viajaban sufriera fallas mecánicas.
— BLU Pacífico (@BLUPacifico) September 24, 2025
Blu Radio habló en exclusiva con uno de los hombres rescatados. pic.twitter.com/wTafZY6rPC
“Entre nosotros nos decíamos que no nos desesperáramos que mantuviéramos tranquilos y que cuando amaneciera nos iban a buscar, pero nadie llegó”, dijo el pescador sobreviviente.
"La verdad sí hubo mucho miedo, porque mi primo menor de edad lloraba desconsoladamente, el gritaba ya desesperado y decía que ya no iba a volver a ver a su familia y yo le decía no digas eso, todos vamos a volver bien, aquí no va a fallecer nadie, confía en Dios, hay que pedirle a Dios", aseguro el pescador en diálogo con Blu Radio.
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“Ya cuando pasó el cuarto día yo ya le dije no, nosotros ya estamos perdidos aquí donde estamos no nos rescata nadie, aquí donde estamos solo estamos a la voluntad de Dios”.
"El primer día que nos perdimos un barco carguero casi nos mata, pasó a unos cinco metros de la lancha como a las 4:30 de la madrugada y el ruido de los motores del barco nos despertó y de verdad que casi no mata porque pasó muy cerca", afirmo John.
Sin comida ni agua potable, los tres campesinos dicen que tuvieron que recurrir a medidas desesperadas. Sobrevivieron inicialmente con una dieta de pescado crudo y hasta un pajarito que se posó en la lancha la mataron para luego comérselo.
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El campesino recuerda que al llegar al quinto día no podían soportar más las condiciones y el más adulto cayó en una profunda depresión y les dijo: "Muchachos la verdad aquí ya estamos muertos, nadie nos rescata".
"El día sexto cuando nos recataron estábamos dormidos, cuando escucho una lancha de pescadores y les digo a mi primo y hermano levántense, pero como estábamos para los lados del Chocó, a veces la gente dice cosas y nosotros pensamos que era gente mala", manifestó Bayo.
"Mi primo me decía que no le hablara y yo no, yo les voy a hablar, pueden ser lo que sean, pero nos pueden ayudar o que nos maten porque aquí donde estábamos muertos, porque qué más da toca hablar", dijo el campesino.
"Los señores llegaron hasta la lancha y dieron la vuelta y claro tres tripulantes naufragando, yo me arrodillé, yo les suplicaba que no nos dejaran, que teníamos sed y hambre y entonces nos embarcaron y nos llevaron hasta el municipio del Bajo Baudó en el Chocó".
"Los pescadores nos dieron agua, comida y nos trataron bien, nos pusimos a llorar porque ya estábamos a más de 30 millas mar adentro y eso es muy peligroso debido a la fragilidad de la lancha en la que estábamos", precisó John quien aseguro que Dios le está dando una segunda oportunidad y que la va a aprovechar al máximo.