La suspensión de clases presenciales por parte del Ministerio de Educación afectó a más de 6 millones de niños en el país, motivando a los docentes
a proponer estrategias pedagógicas creativas y sin límites para llevar sus lecciones hasta las profundidades del campo.
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En Santander, algunos docentes utilizaron utensilios de cocina para enseñar música y otras habilidades, para poder dictar clases en medio de la pandemia del COVID-19
desde casa.
María Paula Acevedo, profesora de iniciación musical en San Gil
, convirtió el hogar de sus estudiantes en una fábrica genuina de sonidos. Más de 30 niños utilizaron cucharas, tapas de olla, granos, trozos de madera y baldes para no perderse las clases divertidas de la semana.
Sus tutoriales viajaban por chat o redes sociales hasta las veredas Versalles, San José y Buenos Aires, buscando conectar a sus pequeños con el arte a pesar de la distancia.
Otros docentes revivieron la educación por correspondencia, un modelo pedagógico en desuso desde hace más de un siglo. Oswaldo Serrano Ardila, docente rural de Zapatoca, elaboraba guías de las materias fundamentales que eran organizadas en paquetes sellados y llevadas en motocicleta a las diez veredas de las sedes.
Los maestros recibían de vuelta las guías desarrolladas con paciencia, mientras el mensajero atravesaba las mismas horas de camino que habían recorrido antes sus estudiantes.
Después de once meses de confinamiento, los docentes se reencontraron con sus estudiantes para seguir en el camino de la enseñanza, ahora con más reflexiones. Por ejemplos como estos, y a pesar de las dificultades, en 2020 Santander logró ser el departamento con mejores resultados en el país en las pruebas Saber.
Durante la pandemia de COVID-19
, el departamento de Santander
registró 8.187 muertes confirmadas hasta 2022.
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