Lo que debía ser una jornada deportiva para niños de la categoría Sub-10 terminó en un bochornoso episodio de violencia en Floridablanca, Santander.
En las canchas de Hacienda Santa Bárbara, sobre el Anillo Vial, un grupo de padres de familia, hombres y mujeres, se fue a los golpes en plena tribuna, mientras los pequeños intentaban seguir su partido como si nada ocurriera.
Los videos que circulan en redes sociales muestran cómo, mientras los menores corrían detrás del balón y celebraban goles, los adultos protagonizaban una batalla campal, pasando incluso por encima de pequeños, lanzándose insultos y agresiones físicas que pusieron en riesgo la seguridad de asistentes y deportistas.
Eduardo Villamizar Mutis, secretario de la Liga Santandereana de Fútbol y asesor del comité disciplinario, calificó lo sucedido como “terrible y espantoso” y advirtió que este tipo de episodios se repite con frecuencia en los torneos infantiles.
“Cada día los padres de familia se involucran más y no soportan quedarse en la tribuna. Terminan insultando al árbitro, a los técnicos e, incluso, peleando entre ellos. La situación es insostenible”, aseguró Villamizar.
De acuerdo con versiones de testigos, la pelea se originó luego de que el técnico Jean Felipe Estupiñán denunciara una irregularidad: dos niños del mismo equipo estaban jugando con el mismo número en su camiseta, lo que está prohibido en el reglamento. Esa observación desató la furia de algunos acudientes, quienes lo insultaron y lo agredieron físicamente.
“El reclamo lo hice de manera respetuosa a la juez del partido, pero al no responder a las ofensas, uno de los padres y hasta el propio técnico me atacaron. Los padres de familia de mi equipo trataron de defenderme y ahí comenzó la pelea”, relató Estupiñán.
La Liga Santandereana de Fútbol rechazó los hechos y confirmó que ya se adelantan sanciones disciplinarias contra los responsables. Sin embargo, Villamizar insistió en que ni árbitros ni entrenadores pueden seguir exponiéndose a la violencia de los padres.
“Nosotros estamos para enseñar fútbol a los niños, no para contener peleas de adultos. El año pasado ya pasó lo mismo en el barrio La Joya y los árbitros están pensando en renunciar”, agregó.
Este nuevo episodio vuelve a encender las alarmas sobre la intolerancia y la falta de cultura en el deporte formativo, donde los más afectados son los menores, quienes ven cómo sus espacios de recreación y aprendizaje son opacados por la violencia de los adultos.