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Monseñor Nel Beltrán Santamaría, ampliamente recordado por su papel en los procesos de diálogo entre el Gobierno y las guerrillas en Colombia, permanece hospitalizado en la Clínica Comuneros de Bucaramanga, donde recibe atención médica especializada debido al deterioro progresivo de su salud.
Monseñor Beltrán fue diagnosticado con cáncer de próstata, enfermedad que con el paso del tiempo hizo metástasis, además, desde hace varios años enfrenta las consecuencias del Alzheimer, condición que ha impactado seriamente su capacidad cognitiva y memoria.
A pesar de versiones familiares que apuntaban a una supuesta falta de atención médica, la clínica aseguró que ha brindado el acompañamiento requerido “Se ha mantenido informados a sus familiares sobre la evolución médica, decisiones clínicas y posibles escenarios frente a su situación. Por confidencialidad y ética, no se puede divulgar más información sobre su historia clínica”, señaló la institución a través de un comunicado.
Nacido el 24 de diciembre de 1940 en San Andrés (Santander), monseñor Beltrán ha sido una figura clave tanto en el ámbito eclesiástico como en la construcción de paz en el país, su compromiso con la reconciliación y la solución negociada del conflicto armado lo llevó a participar en diversos escenarios de diálogo desde los años 80. Durante el Gobierno de Belisario Betancur, fue uno de los emisarios de la Iglesia en acercamientos con grupos guerrilleros.
En 1992 intervino en los diálogos de Tlaxcala, México, como puente entre el gobierno de César Gaviria y la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que agrupaba a las Farc, el ELN y el EPL. También impulsó propuestas para establecer conversaciones en la región de los Montes de María con sectores del ELN.
En 1998, bajo el Gobierno de Andrés Pastrana, participó en iniciativas de paz con las Farc y el ELN. Desde entonces, advirtió sobre los riesgos de politizar o burocratizar el proceso, insistiendo en que la paz debía ser liderada por personas con verdadero compromiso social y ético.
Monseñor Beltrán ocupó múltiples cargos de liderazgo dentro de la Iglesia Católica. Fue Vicario General de la Diócesis de Barrancabermeja, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal y obispo de Sincelejo desde 1992 hasta 2014, año en que el Papa Francisco aceptó su renuncia.
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Su vida y obra lo convirtieron en un referente moral y espiritual para muchas comunidades, especialmente en regiones afectadas por la violencia.
Hoy, mientras permanece bajo observación médica, son muchas las voces que elevan oraciones y reconocen el papel trascendental que ha tenido en la historia reciente del país.