En su reflexión dominical, monseñor Rafael de Brigard invita a los fieles a entrar en un espacio de silencio interior para acoger la Palabra que “quiere empapar, darle forma a nuestro corazón, a nuestra mente y a nuestro espíritu”.
Desde el Salmo 121 —“Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor”— recuerda que la vida cristiana es una búsqueda constante por habitar en Dios y permitir que Él habite en nosotros. Esta disposición prepara el alma para comprender el Evangelio del día, donde Jesús, clavado en la cruz, es proclamado Rey del Universo, un Rey cuyo trono es la humildad y la entrega, no el poder terrenal.
El pasaje de Lucas muestra la paradoja del reinado de Cristo: mientras unos se burlan diciendo “Si eres tú el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo”, uno de los malhechores reconoce en Él al Salvador y hace la súplica que cambia su destino: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Monseñor de Brigard subraya que esta escena revela la verdadera naturaleza del Rey: misericordia ilimitada, capacidad de perdonar y un amor que no se retrae ante el sufrimiento. “Ese es el rostro de Dios: compasión, perdón, esperanza”, afirma, invitando a los creyentes a no dejar pasar el momento en que Cristo se acerca para ofrecer salvación.
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