La enseñanza dominical del pastor César Castellanos nos recuerda que la valentía espiritual no nace de la ausencia de temor, sino de aprender a enfrentarlo de la mano de Dios. A través de personajes bíblicos como Josué, David y Elías, el pastor muestra que la fe es la fuerza que convierte a hombres comunes en instrumentos de lo extraordinario. Josué pudo ordenar al sol detenerse porque, como él mismo afirma en la narración, “solo tuve fe… si tienes fe, aun la naturaleza te obedecerá”. Pero también enfrentó la incredulidad de su pueblo, recordándonos que el mayor desafío no siempre es la batalla externa, sino los corazones fluctuantes que no perseveran en la confianza.
David, por su parte, fue un ejemplo de humildad y dependencia de Dios. Aunque venció gigantes y alcanzó reconocimiento, él mismo reconoce que su mayor lucha fue contra el orgullo: “Después del orgullo viene la caída y yo caí hasta lo más bajo… pero Dios me restauró”.
Elías también experimentó victorias portentosas, como hacer descender fuego del cielo, pero confesó que su peor enemigo fue el miedo: “La dificultad más grande fue el temor… me olvidé de lo que Dios había hablado”. En todos ellos se revela un patrón: los valientes no son los que nunca tiemblan, sino los que saben a quién acudir cuando su alma se estremece. La reflexión culmina en Jesús, el “valiente de valientes”, cuyo momento más difícil fue el Getsemaní, donde pronunció la oración decisiva: “Padre, si es posible, pasa de mí esta copa… pero que se haga tu voluntad”.
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