En su más reciente mensaje, el pastor Andrés Corson meditó sobre el pasaje de Lucas 4:18, cuando Jesús lee en la sinagoga: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres”.
Corson resaltó cómo desde el inicio de su ministerio, Jesús supo comunicar con autoridad divina, pero también enfrentó incredulidad, incluso en su propio pueblo. “Ningún profeta es aceptado en su tierra”, recordó el pastor, explicando que la familiaridad muchas veces impide reconocer la unción de Dios en quienes conocemos.
El mensaje se tornó personal cuando Corson relató experiencias propias en las que sintió el rechazo o la falta de fe de otros líderes. Narró cómo, al igual que Jesús, enfrentó oposición por predicar la verdad sin agradar al público: “Yo no fui llamado a predicar lo que la gente quiere oír, sino lo que Dios pone en mi corazón”.
Finalmente, Corson invitó a la iglesia a creer y empoderar a la nueva generación, reconociendo los dones y llamados que Dios ha depositado en ellos. “Así como Elías levantó a Eliseo, debemos levantar a quienes vienen detrás, confiando en que también oyen la voz de Dios”, expresó.
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