
En su reflexión dominical, el pastor Andrés Corson nos invita a ver la soledad no como un castigo, sino como una oportunidad para encontrarnos con Dios. A través del ejemplo de Jesús, quien fue “despreciado y rechazado” (Isaías 53:3) y abandonado por sus amigos en sus momentos más oscuros, Corson recuerda que incluso en el abandono humano, el Padre permanece fiel. “Aunque te sientas solo, no lo digas”, declara Corson, citando a Jesús en Juan 16:32: “Me dejarán solo. Sin embargo, no estoy solo porque el Padre está conmigo”.
Corson nos recuerda que muchas veces la soledad es un estado mental alimentado por heridas, traiciones o simples diferencias, pero que puede ser sanada mediante adoración, perdón y unidad. “El antídoto contra la soledad es la unidad de la Iglesia”, afirma, señalando cómo Jesús, aun en su momento de mayor abandono, oró por sus discípulos y por nosotros, por aquellos que “creerán en mí por el mensaje de ellos” (Juan 17:20).
El mensaje final de Corson es una llamada a abrazar la presencia de Dios como la única compañía verdaderamente constante. “Aunque caigas mil veces, yo te levanto”, dice el Señor en palabras citadas por el pastor.
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