La reflexión dominical del pastor César Castellanos giró en torno a un tema tan cotidiano como trascendente: el poder de la lengua. Partiendo del relato de Génesis, resaltó que Dios creó el mundo a través de Su palabra y que ese mismo principio opera en la vida humana. “Y dijo Dios: sea la luz, y fue la luz”, recordó, enfatizando que nuestras palabras también generan luz u oscuridad según lo que declaramos.
Castellanos cuestionó: “¿Quién controla su lengua?”, recordando que este pequeño miembro es capaz de encender “un gran bosque”, tal como enseña Santiago 3. Cada persona decide si usa su boca para edificar o destruir, para declarar bendición o perpetuar el desorden.
El pastor concluyó subrayando la necesidad de permitir que el Espíritu Santo tome control de nuestra lengua, recordando que desde Pentecostés los creyentes pueden rendir sus palabras a Dios. “Nuestra lengua es controlada por el Espíritu Santo”, afirmó, invitando a abandonar declaraciones negativas y adoptar un lenguaje que motive, edifique y acerque a la vida que Dios promete. Su llamado final fue directo: reconocer los errores cometidos con las palabras y pedir a Dios que renueve el lenguaje para que cada frase sea un instrumento de bendición y no de destrucción.
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