
Samsung atraviesa un momento crítico en su división de semiconductores. En este escenario, el procesador Exynos 2600 aparece como una pieza clave de su plan para recuperar la competitividad, atraer clientes y reafirmarse como una alternativa confiable frente a TSMC e Intel.
A pesar de la presión, Samsung ya trabaja en la producción en masa de prototipos del Exynos 2600, que estaría destinado a alimentar la serie Galaxy S26 en 2026. Este será su primer procesador fabricado con tecnología de 2 nanómetros, un salto técnico que implica también un enorme riesgo: de momento, los rendimientos por oblea no superan el 50 %, lejos del mínimo del 70 % necesario para que la producción sea rentable. Sin embargo, aún queda margen de mejora hasta el cierre de 2025.
Mientras tanto, los competidores avanzan con mayor solidez. TSMC, líder indiscutible en el sector, ya planea introducir su proceso de 1,4 nm para 2028. Intel, por su parte, también ha mostrado confianza en la madurez de su nodo de 2 nm, listo para producción masiva. En contraste, Samsung sigue ajustando su estrategia, consciente de que no puede permitirse más tropiezos.
Parte de ese ajuste incluye movimientos internos. A finales de 2024, la compañía ejecutó una reestructuración histórica en su cúpula directiva, con el objetivo de consolidar sus divisiones de semiconductores y memorias. Esta decisión refleja el reconocimiento de que su posición está en juego, no solo en el ámbito tecnológico, sino también en el geopolítico: con China impulsando sus propios procesos y ASML limitada por restricciones en la exportación de equipos EUV, el equilibrio de poder en la industria de los chips se vuelve cada vez más frágil.
Samsung también ha tenido dificultades logísticas. La nueva planta en Taylor, Texas, considerada clave para conquistar el mercado estadounidense, ha tenido que retrasar la instalación de equipos esenciales de ASML, lo que complica sus planes inmediatos de expansión. Estas instalaciones deberían posicionar a Samsung como una alternativa para clientes que deseen reducir su dependencia de Taiwán o Corea del Sur.
La presión se siente incluso en los productos finales. En 2023, Samsung optó por incluir procesadores Exynos solo en ciertos modelos de la familia Galaxy S24, mientras que el modelo Ultra utilizó chips Qualcomm. Esta diferenciación generó críticas y refleja las dudas en torno al rendimiento de sus procesadores propios. Con la llegada de los nuevos Snapdragon y del Apple A19 Pro, ambos también basados en la litografía de 2 nm de TSMC, Samsung deberá demostrar que su tecnología puede estar al mismo nivel.
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A largo plazo, el desafío va más allá de la eficiencia energética o la potencia de cálculo: se trata de recuperar la confianza del ecosistema tecnológico. Google ya abandonó los chips Exynos en favor de TSMC, y si Samsung quiere revertir esa tendencia, debe enviar una señal clara. El lanzamiento exitoso del Galaxy S26 con su propio procesador será un paso decisivo para recuperar su liderazgo.