Luego de tener que soportar por años la constante contaminación que producen las quemas realizadas por depredadores ambientales, ayer el alcalde de Barranquilla y los gobernadores del Atlántico y Magdalena tomaron la decisión de cerrar 5.000 hectáreas del Parque Isla Salamanca.
Es una decisión acertada que debe ser acompañada por el Ministerio de Ambiente, entidad a la que también por años se le ha pedido que intervenga en el desastre ambiental que se presenta en uno de los pulmones más valioso que tiene la capital del Atlántico en particular y la Región Caribe en general.
El cierre de una buena extensión del Parque Isla Salamanca es el mejor regalo que se le puede hacer a Barranquilla en su cumpleaños.
Es permitirle a la ciudad un respiro ante el asedio y bombardeo que vive a diario por parte de quienes de forma irresponsable producen quemas para obtener carbón vegetal, cazar especies en vía de extinción o preparar el terreno para futuras siembras de yuca, plátano u otros productos de consumo diario.
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Esa actividad ilícita que causa tanto daño ambiental en la zona debe acabarse y quienes causan ese mal no pueden seguir actuando de manera impune.
Contra ellos deben proceder las autoridades, pues está visto que en algunos casos, como sucede con quienes queman para obtener carbón vegetal que venden en Barranquilla, obedecen a verdaderos "carteles", que obtienen millonarias ganancias por cuenta de la depredación ambiental que causan a la Isla Salamanca.
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Así las cosas, la decisión adoptada no sólo es pertinente sino que era esperada por los barranquilleros, quienes todos los días padecen enfermedades de todo tipo, como respiratorias, visuales o dermatológicas, causadas por aquellos indolentes, que creen que sus actuaciones no serán castigadas.
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