El Estado a través de la Fiscalía y de la Agencia de Defensa Jurídica del Estado (Andje), asumió su responsabilidad y pidió perdón a un hombre condenado por su supuesta participación en el asesinato del guerrillero Hernando Pizarro Leongómez, sin que él hubiese intervenido en ese crimen cometido en 1995.
La detención ilegal y arbitraria por parte de agentes estatales se produjo cuando Gustavo Sastoque tenía a su cargo el archivo de la sección de criminalística y la correspondencia del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía.
Sastoque fue vinculado al proceso penal por el homicidio de Pizarro Leongómez, pese a no ejercer funciones operativas. Él tenía a su cargo el archivo de la sección de criminalística y la correspondencia del CTI, recordó la Andje.
Su vida cambió drásticamente el 8 de marzo de 1995. Sastoque relató en Mañanas Blu, con detalle el momento de su captura, revelando la planeación de la injusticia desde el inicio, en el marco de la conocida justicia sin rostro:
“Resulta que el 8 de marzo de 1995 yo estaba en la oficina y tipo 2 de la tarde me llamaron que me presentaran en la en el edificio de la fiscal regional. Dentro de mí yo pensé que era porque mis funciones era enviar correo, recibir correo del CDTI, de la sesión criminalística. Me desplacé allá. Eh, un señor me atendió que más adelante me me enteré que era un señor un nombre Álvaro Bayona, algo así y ahí me entregaron un papelito y decían que que orden de captura, mi nombre, pero lo extraño es que la fiscalía regional sabía que yo trabajaba con la misma Fiscalía y en la orden de captura decía que ubicarlo en Puerto Rico Carquetada. O sea, la mala fe y la maldad ya la estaban planeando desde ese momento en la justicia sin rostro”.
La selección del 'chivo expiatorio'
La vinculación de Gustavo Sastoque con el crimen obedeció a una estrategia de los verdaderos perpetradores para desviar la investigación. Según se enteró en el proceso judicial, los asesinos, miembros de las Farc, se identificaron como miembros de la Fiscalía cuando ultimaron a Pizarro.
"Entonces, los que hicieron el montaje fueron a buscar a un miembro de la Fiscalía. Desafortunadamente yo fui el elegido".
En la investigación por fraude procesal y falso testimonio que Sastoque instauró, uno de los testigos reveló la mecánica utilizada para incriminarlo. Los perpetradores buscaron a un miembro de la Fiscalía y Sastoque, con 26 años y soltero en ese momento, fue el seleccionado de manera premeditada, según los testimonios:
"Dice que escogieron al álbum de funcionarios de la Fiscalía. Iban mirando, iban mirando y entonces me escogieron a mí, yo tenía 26 años, era soltero. Entonces ese testigo dice que yo tenía el perfil y que con esa foto del álbum de funcionarios del CTI escogieron la foto mía, se la pasaron a los testigos. Según lo que narra el testigo, a cada testigo le pagaron 20 millones de pesos para señalar".
Sastoque se convirtió así en el "chivo expiatorio" necesario para que la justicia pudiera "mostrar resultados positivos", un caso que, en sus propias palabras, es técnicamente un "falso positivo" judicial. Él asegura que aportó documentos y facturas que probaban que el día del asesinato se encontraba en el barrio Niza haciendo compras, pero estos nunca fueron tenidos en cuenta.
La confesión de las Farc
La inocencia de Sastoque no se reconoció en Colombia hasta que los miembros de la guerrilla de las Farc confesaron el asesinato. Carlos Antonio Lozada, Julián Gallo y otros desmovilizados de las Farc confesaron ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y luego ante la Corte Suprema de Justicia, que ellos fueron los autores del homicidio.
"Carlos Antonio Lozada confiesa ante la JEP que usted no tuvo nada que ver. Dice, pues la verdad es que vamos a confesar que el asesinato de Hernando Pizarro lo cometimos nosotros y no los que fueron condenados en su momento".
La tragedia personal y el perdón tardío
Los diez años que Sastoque pasó en prisión generaron consecuencias devastadoras. Tenía 26 años cuando fue condenado y sus "sueños, proyectos quedaron en el olvido". A los 58 años, su vida sigue marcada por las secuelas de la injusticia:
“Pues la verdad el perdón ya no sirve para nada porque el daño ya me lo hicieron. Yo tenía 26 años, ya tenía sueños, proyectos, tenía, digamos, esa uno ya tiene como pensando hacia el futuro, iba a estudiar Y desafortunadamente por culpa de la justicia colombiana, mis sueños, mis proyectos quedaron en el olvido. Entonces el perdón demasiado tarde después de 30 años tengo problemas de salud, problemas económicos. ¿Por culpa de quién? De la justicia colombiana”.
La tragedia alcanzó a su familia, pues su madre, Emasque, falleció a raíz de la condena de su hijo. Sastoque explicó que ella sufría de presión arterial y el impacto de la sentencia fue mortal: "Cuando ella se enteró de la condena de 41 años le dio un [ataque] cerebral y con el tiempo fue fue desvaneciendo, desvaneciendo y falleció. [Es] culpa a la juicia colombiana de la muerte de mi mamá y de la muerte mía en vida". Sastoque, durante su encierro, fue llevado a las honras fúnebres de su madre esposado, escoltado y humillado.
Indemnización y justicia inconclusa
Respecto a la reparación económica, Sastoque fue indemnizado gracias a la lucha ante la CIDH. Le otorgaron 500 millones de pesos, dinero que usó para adquirir su casa y solventar deudas. No obstante, en el ámbito laboral, el reintegro aún está pendiente.
A pesar de que el Estado ya le ha pedido perdón por la "dramática injusticia" cometida, judicialmente la situación de Sastoque no está completamente resuelta. Aunque la condena fue retirada, la Corte Suprema de Justicia ordenó que un juez emitiera un nuevo fallo basado en las nuevas pruebas, pero el juzgado no ha resuelto la situación.
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