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Gatos y perros callejeros son el consuelo de los soldados ucranianos en frontera con Rusia

Huyendo de las hostilidades en el este durante los últimos ocho años, muchos civiles abandonaron a sus perros y gatos en el lugar.

Soldados en Ucrania
Soldados en Ucrania
Foto: AFP

En la línea de frente en Ucrania, gatos y perros callejeros tranquilizan o alertan de un peligro, a cambio de un poco de comida y atención, a los soldados ucranianos que temen un ataque ruso.

En su trinchera excavada cerca de la ciudad de Avdiivka, a dos pasos de Donetsk, bastión en manos de los separatistas prorrusos en el este del país, el militar ucraniano Mykyta, de 21 años, acaricia a una perra.

"Como todos los canes, tiene buen oído. Es más seguro montar la guardia con ella", explica, precisando que "si el enemigo se acerca, empieza a ladrar y gruñir".

"No por nada se dice que el perro es el mejor amigo del hombre", concluye Mykyta.
Las fuerzas ucranianas se oponen desde 2014 a los separatistas que hoy controlan todo el territorio del este, en una guerra que ha causado más de 13.000 muertos.

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En los últimos meses, Rusia, ampliamente considerado como el patrocinador militar y financiero de los separatistas, ha concentrado decenas de miles de sus tropas en la frontera ucraniana, haciendo temer una invasión a pesar de las negaciones.

Huyendo de las hostilidades en el este durante los últimos ocho años, muchos civiles abandonaron a sus animales de compañía en el lugar y éstos se han reproducido masivamente. En esta zona devastada, a menudo encuentran refugio entre los militares.

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"No es culpa de los animales, es culpa de la guerra", destaca Volodymyr, un soldado de 49 años, junto a quien una quincena de gatos conviven en paz con varios perros.

"Hay que tener piedad de ellos y darles de comer", añade vertiendo restos de sopa a una decena de felinos pelirrojos, grises, negros y blancos.

Después de pasar meses juntos en el frente, algunos militares terminan trayendo a casa a estos camaradas peludos.

Sentado en el sótano de una casa dañada por los bombardeos, que le sirve de habitación, Dmytro, un militar de 29 años, elogia a su gata negra, "Chernuka", que se frota contra él.

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"Con el comienzo del invierno, los ratones comenzaron a penetrar en los refugios", pero después de dos meses "¡los exterminó a todos!", cuenta con orgullo el joven con la cabeza rapada.

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Relata haber domesticado al principio de la guerra a un cachorro que luego partió con su unidad hacia la ciudad de Debaltsevé, donde tuvieron lugar violentos combates en 2015, convirtiéndose en "un amuleto de la suerte" de los militares.

Según Dmytro, el animal les advertía incluso antes de los primeros bombardeos. "Entre cinco y diez minutos antes, se escondía en un refugio y sabíamos que el bombardeo era inminente". Los soldados no tenían más que seguirlo. "Corríamos hacia los refugios y nos poníamos nuestros chalecos antibalas y cascos", recuerda el joven.

Mientras las tensiones con Rusia en los últimos meses experimentan un nuevo pico, los militares afirman que la presencia de los animales también tienen un efecto relajante para los hombres que arriesgan su vida cotidianamente.

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