Cuarenta años después de la tragedia de Armero, el geólogo Víctor Hernán Cubillos regresó acompañando a Blu radio a los confines de los cañón de los ríos Lagunilla y Azufrado, el lugar donde comenzó uno de los desastres naturales más devastadores de la historia de Colombia.
“Este cañón es la expresión máxima del poder de la naturaleza. Es la geología en acción en su máximo esplendor”, afirma con voz pausada, mientras observa el cauce que hace cuatro décadas se transformó en una avalancha de lodo, piedra y fuego.
Cubillos, quien entonces era estudiante de geología, fue testigo directo de la magnitud del fenómeno que sepultó a Armero en cuestión de minutos.
“Yo viví la tragedia como estudiante. Pude ver las consecuencias de este fenómeno que se origina aquí, y que llegó a Armero con un poder tal que fue capaz de borrar un municipio entero. Para mí, fue la reafirmación de la insignificancia del ser humano frente a la naturaleza”, recuerda.
El geólogo habla con respeto, pero también con una mezcla de temor y admiración por las fuerzas naturales que estudia: “Siempre lo he dicho: somos una brizna comparados con el poder de un volcán o de la geología de nuestro planeta. Es algo aterrador, pero también admirable. Siento veneración por nuestra madre tierra, Gaia, y creo que debemos sentirnos orgullosos de nuestro patrimonio natural.”, apuntó.
El milagro de sobrevivir
Hace cuarenta años, Cubillos y un grupo de 31 estudiantes viajaban en una excursión académica hacia Ibagué. Por una serie de coincidencias y cambios de ruta, terminaron pasando la noche en Armero el 13 de noviembre de 1985.
“Fue un milagro, una concurrencia de casualidades negativas y positivas. De los 31 que estábamos en la excursión, sobrevivimos 20. Puedo contarlo hoy y lo relaté en mi libro No íbamos para Armero , publicado en 2015 con motivo de los 30 años de la tragedia.”, agregó
Desde entonces, el geólogo Cubillos ha dedicado su vida a reconstruir la memoria de ese episodio y a trabajar en la prevención de desastres naturales en Colombia: “Esa experiencia me aferró más a mi profesión y me comprometió con la tarea de difundir la historia de Armero. Mi granito de arena ha sido insistir en que el país no vuelva a vivir una tragedia como la de 1985", concluyó.