En Boyacá, campesinos que durante varios años han vivido del pago conocido como jornal, ven con tristeza que no hayan sido aún incluidos dentro de las discusiones que establecen el salario mínimo en el país y esperan que algún día sean tenidos en cuenta en esta concertación.
En las montañas de Soracá, Boyacá, encontramos a Don Severo Martínez, quien durante más de 50 años ha trabajado por jornales. La noticia del incremento del salario mínimo, para él, no tiene significado en sus ingresos.
"Rezando para que Dios me de mí salud, para poder rebuscar mi campo, trabajar y salir a luchar", afirma don Severo.
Son cerca de cuatro años donde un jornal significa un pago entre 25 y 30 mil pesos para los campesinos de Boyacá, quienes afirman que no es fácil lograr conseguir trabajo durante toda la semana.
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"Por ahí dos o tres días a la semana nada más e imagínese cuánto uno gana y cuánto uno va a gastar, entonces no me parece ese sueldo de uno", indicó María Del Carmen Granados, campesina boyacense.
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La pregunta que muchos de estos campesinos se hacen es cuándo alguien pensará finalmente en un pago digno por sus labores. Por ahora, sin embargo, la respuesta a esa inquietud parece no estar incluida en este acuerdo.
"La definición del salario mínimo en la práctica no altera esas condiciones y generalmente muy poco aplica para el campesinado", explicó Luis Alejandro Jiménez, presidente de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos.
Por su parte, algunas asociaciones campesinas ven con tristeza que este sector no hubiera hecho parte de la mesa de concertación salarial.
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