Recordando la historia reciente de Colombia, laextradición a Estados Unidos de ‘Otoniel’ , el máximo jefe del Clan del Golfo, puede ser comparada con el envío masivo de jefes paramilitares a cárceles estadounidenses en mayo de 2008.
A “Otoniel” lo esperan en teoría, muchos años detenido en cárceles estadounidenses, bajo los cargos de conspiración para el envío de decenas de toneladas de cocaína desde Colombia, por eso, ante ese escenario, es vital que las autoridades colombianas garanticen que, desde su lugar de reclusión, siga colaborando con la justicia de nuestro país.
Dairo Antonio Úsuga había comenzado a revelar ante la JEP, los nombres de generales, coroneles, políticos y empresarios que estuvieron vinculados en su momento con el paramilitarismo, algo que ya comenzó a tener consecuencias, como la decisión de la Corte Suprema de abrir indagación preliminar contra varios congresistas, entre ellos Miguel Ángel Pinto, mencionado en las declaraciones de “Otoniel”.
Siempre que se produce una extradición de un capo criminal como “Otoniel”, entran en colisión las cuentas pendientes con la justicia colombiana y las del país al que es enviado el delincuente, sobre todo teniendo en cuenta que según como se analice, los delitos cometidos por el máximo jefe del Clan del Golfo fueron de mucha mayor gravedad en nuestro país que en territorio estadounidense.
Tanto el Estado colombiano como las autoridades estadounidenses ahora deben garantizar que “Otoniel” pueda seguir declarando en los múltiples procesos en los que está vinculado y sobre todo, para que siga entregando verdad a las víctimas de secuestros, asesinatos, desapariciones y muchos otros delitos graves cometidos por este hombre, que bien puede resumir los últimos 30 años del conflicto armado en Colombia, toda vez que militó en las Farc, en el EPL, en los grupos paramilitares y al final de su carrera criminal, en el Clan del Golfo.