Hay que tener cuidado con los caprichos porque no todo lo que deseo me conviene, no todo lo que me entusiasma al inicio es una buena opción para la vida. En mi experiencia personal uno de los aprendizajes más importantes —y más difíciles— es saber diferenciar entre un capricho y una elección coherente e inteligente.
Porque los caprichos llegan disfrazados de necesidad, se imponen con fuerza emocional, nos seducen con promesas inmediatas, pero muchas veces nos alejan de lo que realmente necesitamos.
Un capricho es impulsivo, nace de la ansiedad o del vacío, busca resultados rápidos, sin pensar en las consecuencias. Suele estar motivado por el ego, por la presión social, por la necesidad de validación o por ese deseo de “tenerlo todo ya”.
Las elecciones inteligentes en cambio surgen del discernimiento, de la reflexión serena, del contacto con los propios valores y prioridades. No siempre emociona al principio, pero se sostiene en el tiempo y construye sentido.
Diferenciar uno del otro requiere honestidad interior y capacidad de discernimiento. Hay que hacerse preguntas incómodas: ¿esto lo quiero de verdad o solo me lo impone el momento? ¿esto responde a mis metas o me distrae de ellas? ¿esto me ayuda a crecer o solo me alivia el instante?.
Saber decirse la verdad es esencial para no tomar decisiones que luego se conviertan en cadenas o en frustraciones innecesarias. La peor mentira es la que se dice uno mismo o aquella que le dicen los áulicos de turno.
Es importante no confundir libertad con hacer lo que se me da la gana. La libertad auténtica está en poder elegir lo que me conviene, no lo que me arrastra. Y eso implica tener la madurez de posponer gratificaciones cuando sea necesario, de sostener decisiones aunque no siempre sean populares o emocionantes.
Elegir con inteligencia no es reprimir los deseos, sino ponerlos en diálogo con la razón, con la experiencia, con los proyectos de vida. Es saber cuándo un deseo es señal de algo profundo y cuándo es simplemente una reacción momentánea.
Los que aprenden a distinguir entre capricho y elección sabia viven más ligero, más enfocados, más en paz. Ya que toman decisiones que lo fortalecen, no que lo desvían y sobre todo, porque no vive reaccionando, sino construyendo con sentido.