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Me impacta la imagen de un migrante con otro a cuestas jugándose la vida en el Tapón del Darién

La verdad, no sabía si rezar para que llegaran bien o para que pudieran regresar y no someterse a todas esas indignas situaciones de abuso y dolor.

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Alberto Linero
Foto: Alberto Linero

Por el ministerio de predicación que ejercí durante muchísimos años, visité bastantes comunidades hispanas en Estados Unidos y Canadá. Escuchaba sus relatos de migrantes, sus triunfos y sus derrotas, sus ilusiones y las frustraciones que tenían. Siempre había una nostalgia por su terruño. Por eso tengo claro que nadie se va de su tierra sin ese sueño de encontrar mejores condiciones de vida,luego de haber dado las más duras batallas en su territorio.

Lamentablemente en estos días se nos ha hecho paisaje todo lo que sucede en el Tapón del Darién con miles de migrantes que pasan por allí buscando atravesar América Central para llegar a Estados Unidos. La Defensoría del Pueblo ha explicado que entre enero y agosto del 2022, al menos 107.067 personas cruzaron por la zona Urabá–Darién. Con el agravante que va en aumento, de hecho, en el primer mes del año se registraron 4.415 personas, mientras que en agosto fueron 31.055.

Son relatos de sacrificios, engaños, muerte, pobreza e ilusión, los que se escuchan. El fenómeno de la migración expone todas las complejidades de nuestra manera de ser sociedad hoy, y lo preocupante es que no hay soluciones a la vista.

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Vi un video del portal Caraota digital, en el que se muestra a José Manuel Pina caminando mientras carga en sus hombros a su amigo Jesús Guzmán, quien no puede caminar. La imagen me produjo muchas emociones: Me impresionó la ilusión de estas personas, la solidaridad para ayudar al que requiere, el valor de la amistad, pero también algo de frustración por vivir en un mundo en el que algunos seres humanos no tienen las posibilidades para existir con dignidad.

No sabía si rezar para que llegaran bien o para que pudieran regresar y no someterse a todas esas indignas situaciones de abuso y dolor en las que se dan esas migraciones ilegales. Entiendo que mientras estemos atrapados por la corrupción y los fanatismos, será casi imposible entender que todos, sin importar nuestra condición o nacionalidad, merecemos las mejores condiciones para vivir dignamente y ser felices.

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