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Quien no tiene un proyecto claro termina empujado por la rutina y a las puertas del hastío

También pueden convertirse en fuente de frustración y desgano. Esta es la reflexión de Año Nuevo de Alberto Linero.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

“Quien no sabe para dónde va, termina donde no quiere”, decía mi abuelamaterna con su acento costeño. Ella con esa expresión buscaba que nosotros, sus nietos, fuéramos conscientes hacia dónde nos estaban llevando las decisiones y las acciones diarias. Mi abuela Cleotilde, enemiga de cualquier concepción de destino, nos impulsaba a ser gerentes de nuestra propia vida.

Aplicando su enseñanza, siempre he creído que la mejor manera de hacerlo es teniendo un plan de vida que nos permita orientar todos nuestros esfuerzos, recursos, relaciones en función de los objetivos que buscamos alcanzar. Quien no tiene un proyecto claro, alineado con su esencia, que le genere pasión, termina viviendo en automático, empujado por la rutina y a las puertas del hastío.

Creo que el comienzo de un nuevo año es una gran oportunidad para revisar esos objetivos fundamentales de la vida y entender cuáles son los propósitos más importantes que debemos hacer para alcanzarlos. Para establecerlos es necesario tener en cuenta tres actitudes:

1.⁠ ⁠Claridad y concreción: hay que precisar en qué vamos a trabajar en este año. Tener claro que tiene que ser algo evaluable. Que sean pocas metas y estén evidentemente relacionadas con los objetivos de vida.
2.⁠ ⁠Motivación: considero que la mejor manera de motivarse es explicitar constantemente los beneficios que se obtienen con esas metas de vida. No se puede suponer, sino que hay que dejarlos claros, puede ser pegando carteles en nuestros espacios cotidianos para recordarlos.
3.⁠ ⁠Disciplina: hay que estar evaluando constantemente lo realizado. Aquí es oportuno tener personas que con autoridad existencial, reconocida por nosotros, nos ayuden a entender cómo estamos en la realización de esos propósitos.

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Tengo claro que si no asumimos por lo menos estas tres actitudes, los propósitos terminan siendo superfluos e inocuos. También, pueden convertirse en fuente de frustración y desgano. En mi caso, uno de los propósitos es dedicarle más tiempo al ejercicio físico, buscando evitar una vida sedentaria.

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