Geraldo Andrés López García, cadete de tercer año de la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla, nació en 2002 en Montería, Córdoba, pero su verdadera cuna es la vereda Barrial Central, en el corregimiento de Mata de Maíz, municipio de Valencia. Allí creció rodeado de su familia: su padre, su madre y sus dos hermanos. “Tengo otra hermana que vive en Montería, pero toda mi familia está en la vereda”, cuenta con una sonrisa que refleja orgullo por sus raíces.
Su camino hacia la Armada no fue trazado desde la infancia. Tras terminar el colegio, pasó un año ayudando a su padre en la finca. Fue su madre quien, con un consejo lleno de esperanza, lo impulsó a buscar nuevos horizontes en Montería: “Nace que mi mamá me dice que vaya a Montería a superarme y a cumplir otro sueño”, recuerda Geraldo.
Con determinación y un poco de audacia, se presentó para prestar el servicio militar sin informar a sus padres, anticipando sus posibles objeciones. “Pensé así, me fui a prestar el servicio, no les comenté y los llamé tres meses después”, relata. La vida en casa, marcada por la compleja situación de orden público de su región, solo reforzó su decisión de superación: finalmente terminó su servicio militar y luego trabajó junto a su padre y montó una pequeña tienda familiar.
Fue entonces cuando decidió dar un paso definitivo hacia la carrera militar. Su interés por la ingeniería naval lo motivó a presentar los exámenes de ingreso a la Escuela Naval, aunque el camino no fue sencillo. En un primer intento, su número de cédula no aparecía en el listado de seleccionados. La tristeza duró poco: una llamada el 25 de diciembre le ofreció un segundo chance. “Me sentí feliz de que me dieran una, por decirlo, segunda oportunidad”, recuerda. Gracias al apoyo de la madre de un compañero, logró organizar los documentos necesarios y finalmente ingresó a la escuela el 13 de enero de 2023.
Los tres años de formación en la Armada han sido un viaje de desafíos y aprendizajes. Las bases matemáticas le resultaron difíciles al inicio, pero con disciplina y ayuda de sus compañeros logró superarlas. Aprendió a usar su primer computador, Excel y todas las herramientas tecnológicas que hoy son fundamentales en su formación.
Además, la institución le abrió la puerta al mundo, gracias al Crucero de Cadetes 2025 a bordo del Buque Escuela ARC Gloria: “La Armada me dio la oportunidad de conocer lo que es el extranjero y, sobre todo, Estados Unidos, que siempre quise conocer. También Canadá, México y próximamente Guatemala”, comenta, con la emoción de quien ha visto cumplirse sus sueños más grandes.
La conexión con su familia se mantiene viva a través de videollamadas. Geraldo comparte con sus padres y hermana cada experiencia, mostrándoles lugares icónicos que muchos colombianos solo han visto en películas. “Al momento de que yo llego a Estados Unidos, como por ejemplo el puente Golden Gate, me acordé de mis papás y de mi hermana, les hice una videollamada y se sentían muy felices a verme cumpliendo mis sueños”, relata.
Sus metas dentro de la Armada son claras y ambiciosas. A corto plazo, busca graduarse como oficial; a mediano, completar su formación en ingeniería naval; y a largo plazo, aspira a retirarse con honores, dejando un legado de excelencia para futuras generaciones. Entre sus sueños más audaces está convertirse en submarinista, un objetivo que refleja tanto su pasión por el mar como su disciplina y perseverancia.