La decisión del Consejo de Estado de anular la resolución con la cual fue designado Leopoldo Múnera como rector de la Universidad Nacional sigue generando controversia.
Al respecto, el exrector de la UNAL Moisés Wasserman, invitado este domingo a Sala de Prensa, calificó el momento como “crucial” para la defensa de la autonomía universitaria y advirtió sobre riesgos de un rediseño institucional que, según él, podría politizar por completo la vida académica.
Wasserman celebró el fallo reciente del Consejo de Estado, que ratifica la legalidad del nombramiento inicial del rector José Ismael Peña. “Este acto del Consejo de Estado respalda y sustenta la autonomía de la universidad”, afirmó.
Explicó que dicha autonomía no significa “hacer lo que uno quiere”, sino respetar los estatutos y los procedimientos internos que la comunidad universitaria ha construido durante décadas. Para el exrector, esa es precisamente la base de la independencia académica.
El científico fue directo al señalar la intervención del Gobierno nacional en la crisis universitaria. “No recuerdo en la historia reciente un presidente que haya intervenido para decir que se debe nombrar a una persona diferente a la que el Consejo nombró”, aseguró, subrayando que la presión política vulneró uno de los pilares fundamentales de la vida universitaria: la imparcialidad en la búsqueda del conocimiento. Incluso calificó la actuación gubernamental como una “violación evidente” de esa autonomía, al mencionar que el presidente Gustavo Petro habría influido en el cambio de rector mediante decisiones administrativas de su gabinete.
El exrector también profundizó en su preocupación sobre la llamada Constituyente Universitaria, iniciativa impulsada por Múnera. Considera que esa reforma abriría la puerta a una politización estructural en la elección de directivas.
“Elegir por votación popular implica consulta, ofertas, clientelismos y movimientos”, advirtió. Además, alertó que llevar los debates a “asambleas definidas por gritería” significaría reemplazar el análisis técnico por dinámicas de presión y emoción, algo que calificó como “catastrófico”.
Sobre el papel de la universidad en el país, Wasserman recordó sus tres misiones esenciales: formación, investigación y extensión. Destacó que la institución “forma profesionales y doctores de la más alta calidad”, produce conocimiento en múltiples áreas y aporta soluciones concretas a los problemas del país. “Eso es lo que hay que preservar”, insistió, rechazando discursos que, según él, buscan desprestigiar a la comunidad académica acusándola de ser una “oligarquía” científica.
El exrector concluyó con un llamado a defender el espíritu de la Universidad Nacional: “Es nuestra alma mater, la que queremos todos muchísimo y la que hay que preservar”.