En su reflexión dominical, monseñor Rafael de Brigard invitó a los creyentes a redescubrir el sentido profundo del templo y del encuentro con Dios, a partir del Evangelio de San Juan 2, 13-22, donde Jesús expulsa a los mercaderes del templo. “No conviertan en un mercado la casa de mi Padre”, recuerda monseñor, señalando que el gesto de Cristo no fue solo una reacción contra el comercio, sino un acto simbólico: despejar el camino que conduce a Dios y denunciar los obstáculos que impiden la verdadera vida espiritual.
De Brigard subrayó que Jesús vino a revelar un nuevo templo, no hecho de piedra, sino de su propio cuerpo: “Destruyan este templo y en tres días lo levantaré”. En Él, dijo, se realiza el encuentro pleno con el Padre: “Yo soy el nuevo templo; es en mí donde encuentran la misericordia, la palabra y la salvación de Dios”.
Finalmente, monseñor exhortó a los fieles a convertirse en facilitadores del encuentro con Dios, nunca en obstáculos. “Nuestro primer deber espiritual es despejar el camino hacia Dios, empezando por nuestra propia vida”, expresó.
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