Monseñor Rafael de Brigard, en su reflexión dominical, invitó a los fieles a redescubrir la salvación como un camino concreto de encuentro con Dios. Recordó que la Iglesia no es un simple espacio de ritos externos, sino una fraternidad guiada por el Espíritu Santo, donde todos somos parte del mismo cuerpo de Cristo.
Como lo enseña el Salmo 33: “Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias”, la verdadera fe se manifiesta en escuchar, acoger y dejarse transformar por la Palabra de Dios.
Comentando el Evangelio de Lucas (13, 22-30), el obispo subrayó la advertencia de Jesús: “Esfuércense por entrar por la puerta angosta”. La salvación —dijo— no se alcanza por apariencias religiosas ni por seguridades externas, sino por una vida coherente de conversión, misericordia y justicia.
Finalmente, exhortó a examinar la vida espiritual y no conformarse con “ser espectadores de la religión”, sino discípulos activos que integren fe y obras. La salvación, explicó, no consiste en que no haya sufrimiento, sino en recorrer la vida con Dios hasta la meta definitiva: el encuentro con Él.
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