En el primer domingo de Adviento, monseñor Rafael de Brigard invita a los fieles a comenzar el camino hacia la Navidad con una actitud de apertura espiritual y profunda conciencia de la presencia de Dios.
Desde el inicio de su mensaje propone despertar los sentidos para reconocer que “vivimos, nos movemos, existimos en Dios”, un recordatorio fundamental para reenfocar la vida desde la fe, la serenidad y la esperanza. Inspirado por el Salmo 121, evoca la alegría de quien busca a Dios: “Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor”, una invitación a entrar en este tiempo litúrgico con el deseo de paz y confianza.
Al comentar el Evangelio de Mateo (24, 37–44), monseñor de Brigard destaca el llamado de Jesús a vivir en vigilancia espiritual: “Estén en vela, porque no saben qué día vendrá su Señor”. Esta actitud no se reduce a esperar un acontecimiento futuro, sino a cultivar la capacidad de reconocer a Dios en lo cotidiano, sin dejar que las ocupaciones o preocupaciones opaquen su presencia.
Finalmente, el arzobispo recuerda que prepararse para el Señor implica asumir la vida con responsabilidad espiritual: reconocer la propia fragilidad, descubrir la misión personal y maravillarse de la obra de Dios en la creación y en la historia humana. “Ojalá uno viviera de tal manera que todos los días sean día del Señor”, afirma, invitando a transformar la existencia en un proyecto de fe, caridad y frutos concretos. Con esta visión, exhorta a vivir el Adviento con oración, reconciliación, caridad hacia los pobres y participación litúrgica, para que la Navidad no sea solo una fecha más, sino un verdadero “acontecimiento de gracia y bendición”.
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