Durante siglos, la figura de María Magdalena ha sido objeto de múltiples reinterpretaciones, especialmente en el cine y el arte occidentales. A menudo retratada como una mujer joven, hermosa y misteriosa, su imagen ha sido moldeada más por la imaginación artística que por la evidencia histórica. Sin embargo, investigaciones recientes están desafiando esta representación idealizada, devolviéndonos una figura mucho más real y humana.
La historiadora Joan Taylor, profesora de estudios religiosos en el King's College de Londres, ha estudiado detalladamente la apariencia y el contexto social de María Magdalena. A través de un enfoque basado en datos arqueológicos, textos antiguos y hallazgos textiles de la época, Taylor sostiene que la imagen popular de esta figura bíblica no se corresponde con la realidad histórica.
En lugar de ser una mujer llamativa y glamorosa, como suele aparecer en películas y cuadros renacentistas, María Magdalena habría sido una figura más bien ordinaria para su tiempo. Su aspecto físico probablemente reflejaba rasgos mediterráneos u orientales, con piel de tono marrón oliva, ojos oscuros y cabello también oscuro, quizás trenzado y recogido. Taylor aclara que no hay razón alguna, ni en los evangelios ni en otras fuentes contemporáneas, para suponer que era una mujer excepcionalmente bella o joven.
Uno de los aspectos más desconocidos sobre María Magdalena es su vestimenta. Basándose en piezas de ropa halladas en los alrededores del mar Muerto, Taylor sugiere que María habría vestido una túnica larga y colorida, posiblemente atada bajo el busto. El conjunto se completaría con un manto de tonos vivos, como el rojo, el verde o el amarillo, un pañuelo en la cabeza y sandalias. Estos elementos eran comunes entre las mujeres de su entorno y clase social.
La altura de María Magdalena también contrasta con las imágenes modernas. Según Taylor, en el mundo antiguo las mujeres medían en promedio 1,47 metros y los hombres, 1,66. Esto refuerza la idea de que, lejos de ser una figura imponente o destacada físicamente, María habría pasado desapercibida en la multitud.
La historiadora recalca que tampoco hay indicios en los evangelios que revelen su edad. Lo único claro, según un texto del Evangelio de Lucas, es que María Magdalena no era menor de edad, ya que desempeñaba un rol activo al apoyar a Jesús y formar parte de su círculo de discípulos. Esta posición, poco común para una mujer de la época, sugiere una personalidad fuerte más que una apariencia llamativa.
Por último, Taylor pone en duda que María usara adornos o joyas, argumentando que, como discípula cercana de Jesús, habría llevado una vida sencilla, ajena a las preocupaciones por el aspecto exterior. “Debemos imaginarlas como mujeres humildes, quizás pobres, más interesadas en el mensaje que en la moda”, concluye.
Así, el trabajo de Joan Taylor invita a repensar a María Magdalena desde una mirada más fiel a su tiempo y a su rol dentro del movimiento de Jesús, alejándola de los mitos románticos y acercándola a la historia real.