Todo lo contrario, la llamada zona de distensión fue centro de numerosas actividades ilegales, agrupación y fortalecimiento de las capacidades militares de la guerrilla. (Lea también: La vida de Íngrid Betancourt, 7 años después de su liberación en Operación Jaque)
Tan así, que ese 22 de febrero, Betancourt y Clara Rojas, su fórmula vicepresidencial, fueron secuestradas a pocos kilómetros de San Vicente del Caguán.
Durante los poco más de 6 años de cautiverio, Ingrid Betancourt se consolidó como símbolo de crueldad y botín político de los insurgentes.
El mundo entero, especialmente Francia su segunda patria y el presidente de ese país, Nicolás Sarkozy, se movilizaron e iniciaron todo tipo de acercamientos para lograr su liberación, siempre infructuosa. (Lea también: Yo amo a Colombia: Íngrid Betancourt y las razones por las que no volvió al país)
En el gobierno de Álvaro Uribe, contradictor del socialismo del siglo XXI, se permitió al presidente de Venezuela Hugo Chávez y a la exsenadora Piedad Córdoba gestionar su libertad, pero no fue hasta el 2 de julio de 2008, que un comando de fuerzas especiales del Ejército Nacional lograra engañar con éxito a los secuestradores con un falso operativo humanitario llamado “Operación Jaque” y rescatar a Betancourt, tres estadounidenses, y 11 miembros de la fuerza pública.
Tras su regreso a la libertad, Betancourt inició una cruzada mundial en contra del secuestro y la guerra que la llevó a entrevistarse con los más importantes líderes mundiales en los 5 continentes, fue reconocida con varios premios internacionales, incluso nominada por Chile al Nobel, entre otros.
Actualmente se encuentra en tribunales una millonaria reparación que pide la exsenadora y excandidata presidencial al Estado colombiano por los 6 años que permaneció en cautiverio.