Este viernes, 28 de noviembre, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Alcaldía de Bogotá se dieron cita para develar una placa conmemorativa en el Palacio Liévano, en el marco de la conmemoración de los 40 años del holocausto del Palacio de Justicia. La nueva placa fue elaborada tras una orden de la JEP para reemplazar una antigua; sin embargo, la jornada estuvo marcada por diferencias e inconformidades. Los cuestionamientos, esta vez, vinieron por parte de Helena Urán Bidegain, hija del magistrado auxiliar del Consejo de Estado que murió durante los hechos ocurridos en el Palacio de Justicia.
Urán Bidegain fue una de las asistentes al acto de conmemoración y allí pronunció un duro discurso sobre lo que las investigaciones, a lo largo de los años, han revelado en cuanto a las violaciones de derechos humanos que tuvieron lugar en el Palacio de Justicia los días 6 y 7 de noviembre de 1985.
“En instancias militares no solo se violentó la ley y la verdad: allí se torturó, se cometió violencia sexual y se humilló de manera sistemática a seres humanos. Las voces de aquellos sobrevivientes a ese infierno han sido silenciadas durante décadas, y ellos más que nadie deberían estar hoy aquí presentes con nosotros”, dijo Helena Urán.
La hija del magistrado Urán, quien ha sido durante años una abanderada de que se conozcan detalles aún inéditos de lo que sucedió en el corazón de la justicia en aquella fatídica jornada del 85, afirmó que “el negacionismo en torno al Palacio de Justicia ha sido una constante”, y que hoy ha evolucionado en discursos que no cuentan la totalidad de la verdad.
En diálogo con Blu Radio, Helena Urán aseguró que el malestar está relacionado con que el Estado aún no ha reconocido a todas las víctimas del holocausto, y que cambiar una placa es un acto simbólico necesario, pero no suficiente.
La crítica de Helena Urán se centra en una de las frases inscritas en la placa develada tras la orden de la JEP. Para ella, “aceptar una frase que celebra esa decisión (la de la CIDH de condenar al Estado colombiano) como si fuera el cierre definitivo de todas las heridas es desconocer a quienes aún no han sido reconocidas como víctimas por el Estado”.
Si bien destaca que la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos fue un avance, considera que no se puede “celebrar” una placa.