Ser leal no es quedarse a cualquier precio
Que quede claro ser leal no significa tolerar abusos, silencios que destruyen la dignidad o pactos que nos alejan la verdad y de los valores.
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Me he encontrado con amigos, socios que son leales hasta el final, acompañan al otro en las peores situaciones y mantienen un vínculo firme y honesto. También me he encontrado con amistades, sociedades que se han acabado por actos desleales.
Viendo lo que sucede por estos días entre los líderes políticos y sus amigos, me pregunto: ¿tiene límites la lealtad?, creo que la respuesta es contundente, Sí. Porque la lealtad no es obediencia ciega, ni sumisión total, ni alcahuetería. Sabemos que una virtud que se gesta en el amor, el respeto y la confianza pero no puede convertirse en una cárcel emocional ni una excusa para justificar cualquier tipo de acciones.
Que quede claro ser leal no significa tolerar abusos, silencios que destruyen la dignidad o pactos que nos alejan la verdad y de los valores que se han asumido como directivas de la vida. Creo que los límites se presentan en:
Que quede claro una lealtad madura no se fractura por disentir ni se desvanece por poner límites; al contrario, se fortalece cuando hay espacio para la verdad, la libertad y el crecimiento mutuo. Porque ser leal no es quedarse a cualquier precio, es permanecer mientras haya sentido. Cuando ya no lo hay, tener el valor de partir con el corazón en paz. Como decía Aristóteles "Amicus Plato, sed magis amica veritas": “Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”.