Mientras el presidente Gustavo Petro está en Nueva York para hablar ante la Asamblea General de la ONU sobre drogas y sobre Palestina, en Colombia no se detienen los secuestros y hostigamientos contra la Fuerza Pública por parte de supuestos civiles, presionados por las disidencias de las Farc.
Los hechos más recientes ocurrieron en La Plata, Huila y en La Macarena, Meta, donde nuevamente los delincuentes que se rearmaron tras la firma del acuerdo de paz, presionaron al Ejército para evitar operaciones en contra del narcotráfico.
En La Macarena, Meta, una asonada facilitó la huida de un peligroso cabecilla de las disidencias, se trata de Oliver Lozano, alias 'Chimbo de Oro', cabecilla del Bloque Suárez Briceño, quien estaba en la vereda La Samaria y cuya evasión fue facilitada por un grupo de lugareños, entre quienes se logran identificar hombres vestidos con chalecos de la Guardia Ambiental Campesina Losada-Guayabero.
En La Plata, Huila, 500 civiles bloquearon operaciones de las Fuerzas Militares en el corregimiento de Belén contra el narcotráfico, instrumentalizados por las disidencias de las Farc, las de alias 'Iván Mordisco', quienes obligaron a los uniformados a retirarse de la zona en vehículos particulares. En ese mismo episodio, 74 soldados permanecieron secuestrados por la comunidad durante varias horas.
El ministro de Defensa, general en retiro Pedro Sánchez, rechazó los dos episodios, dijo que “cuando le cierran las puertas a la Fuerza Pública, se las abren al crimen y la violencia”, ofreció 100 millones de pesos por la información que conduzca a los responsables de este crimen y recordó que, en lo corrido de este año, ya son 38 asonadas en contra de integrantes del Ejército.
Al final, el poder corruptor del narcotráfico que sigue creciendo en diferentes zonas del país sigue mandando, mientras no hay claridad sobre la estrategia del Gobierno para contrarrestar su influencia, menos ahora que se anuncia que tras la descertificación de Estados Unidos a la lucha antidrogas de Colombia, se abandonará la erradicación forzosa de los cultivos de hoja de coca.