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Como nación deberíamos avergonzarnos de la situación que enfrentan los niños de La Guajira

Entiendo la asertividad como saber comunicar nuestras necesidades, opiniones y sentimientos de manera clara, directa y respetuosa, sin ser pasivo o agresivo y entendiendo la problemática que atraviesan los niños en La Guajira.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: Blu Radio.

La magia de La Guajira es innegable. No solo se encuentra en sus deslumbrantes paisajes naturales, sino también en sus ricas manifestaciones culturales, siempre sorprendentes. He tenido el privilegio de visitar esta hermosa región en múltiples ocasiones, y aunque sus desafíos son evidentes, conozco de cerca la complejidad de sus problemas. El abandono estatal, sumado a la diversidad de cosmovisiones presentes, dificulta encontrar soluciones rápidas. Además, la corrupción, como un cáncer, sigue carcomiendo las raíces de esta tierra.

Lamentablemente, quienes pagan el precio más alto en este drama son los niños. He presenciado su sufrimiento:desnutridos, mal vestidos, mendigando en los polvorientos senderos de la región. He sido testigo de las desgarradoras cifras de mortalidad infantil. Por eso, la noticia de que las muertes por desnutrición infantil en La Guajira disminuyeron un 45% durante el primer trimestre del 2024 es motivo de esperanza y celebración. Según las cifras oficiales, solo dos niños perdieron la vida por esta causa, en comparación con los diez casos del trimestre anterior.

Aunque nos alegra ver una mejora, debemos aspirar a un ideal donde ningún niño muera por desnutrición. Estas estadísticas reflejan la necesidad de prestar atención a los problemas reales, implementar programas efectivos y, sobre todo, actuar con honestidad en la búsqueda de soluciones. Aunque algunas ONGwayuúhan cuestionado las cifras, argumentando subregistros y falsedad en la noticia, hoy me baso en la información oficial para afirmar que, con atención y acciones coherentes, podemos resolver estos problemas.

Como nación, deberíamos avergonzarnos de la situación que enfrentan los niños de La Guajira. La repetición constante de estas tragedias solo encuentra en la indiferencia una respuesta cruel. Una sociedad que permite la muerte de sus niños de esta manera no puede considerarse sana. Es hora de tomar responsabilidad y trabajar unidos para garantizar un futuro mejor para los más vulnerables de nuestra tierra.

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