
Clare McCann, actriz australiana, atraviesa una tragedia devastadora: su hijo de 13 años se quitó la vida tras sufrir meses de acoso escolar. En medio del duelo, ha iniciado una campaña para recaudar fondos con el objetivo de criopreservar el cuerpo del menor, una técnica que, según espera, podría darle una segunda oportunidad de vida en el futuro.
La madre compartió el pasado domingo un mensaje a través de sus redes sociales en el que describe la situación como su “peor pesadilla”. En la publicación, McCann incluyó el enlace a una página de recaudación de fondos, cuya meta es reunir 300.000 dólares australianos (unos 200.000 dólares estadounidenses) en tan solo siete días. Esta suma permitiría cubrir el costoso procedimiento de preservación criogénica.
“Hace unos seis o siete años comenzamos a hablar sobre el más allá, el cielo, y le mencioné la criogenia”, relató McCann a medios australianos “Él me dijo que quería hacer eso. A lo largo de los años, hablamos de que era algo que queríamos hacer juntos. Nunca separarnos. Mi hijo merece una segunda oportunidad de vivir la vida que anhelaba”.
La criopreservación, también conocida como criogenia, consiste en conservar cuerpos humanos o cerebros a temperaturas extremadamente bajas, alrededor de -196°C, mediante el uso de nitrógeno líquido. La intención es detener la degradación celular y suspender la actividad biológica hasta que la ciencia logre el avance suficiente para posibilitar la reanimación del individuo.
Actualmente, existen varias organizaciones que ofrecen este servicio, como Alcor Life Extension Foundation en Estados Unidos, el Cryonics Institute y KrioRus en Rusia. No obstante, la práctica es aún experimental y enfrenta grandes desafíos: los daños celulares por congelación, la complejidad de revivir tejidos cerebrales y la falta de certezas sobre cómo restaurar la conciencia humana.
Clare McCann no solo enfrenta la pérdida de su hijo, sino también la frustración de una lucha institucional fallida. Asegura que elevó múltiples quejas a la escuela y al Departamento de Educación, respaldadas con informes médicos y un diagnóstico de trastorno de estrés postraumático. Sin embargo, lamenta que ninguna de esas gestiones provocó acciones concretas. “Si la escuela y el Gobierno hubieran actuado cuando se lo pedí, quizá aún estaría vivo”, afirmó con amargura.
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Más allá del objetivo inmediato de preservar el cuerpo de su hijo, McCann anunció que si la recaudación supera la meta establecida, el dinero excedente será destinado a campañas educativas contra el bullying, con el fin de evitar que otras familias sufran tragedias similares.
Esta dolorosa historia pone en el centro del debate la falta de respuesta efectiva frente al acoso escolar, así como el uso de la tecnología más radical en el intento desesperado de una madre por conservar la memoria, y quizás algún día la presencia, de su hijo.
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