La JEP encontró que entre 2002 y 2005 en el batallón La Popa algunos miembros del Ejército fueron responsables de 127 casos de falsos positivos . Según la JEP, hubo una organización criminal creada al interior del batallón que por mantener las cifras de resultados operacionales señalaron falsamente a algunos civiles de ser colabores de la guerrilla o miembros de estos grupos ilegales.
El primer militar en aceptar su responsabilidad frente a las víctimas fue el soldado profesional Yeris Andrés Gómez, quien estuvo en el batallón entre 2002 y 2005.
Empezó el relato reconociendo su responsabilidad material en falsos positivos y que, según él, su primerfalso positivo lo cometió después de que capturaran a un integrante del ELN que quedó herido y el coronel (r) José Pastor Ruiz Mahecha le habría ordenado asesinarlo para presentarlo como una baja en combate.
“Fue la primera persona que asesiné, no merezco su perdón. Me dieron 100.000 pesos y a todo el grupo nos dieron un arroz chino”, narró ante las víctimas.
Por otro lado, explicó que él fue testigo de reuniones entre altos mandos del batallón y paramilitares al mando de ‘Jorge 40’, según él, en dichos encuentros se había pactado que el paramilitarismo le entregara personas al batallón con el fin de que los militares los presentaran como bajas en combate.
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A estos encuentros dijo que había ido por orden del coronel (r) Hernán Mejía, a quien señaló de sembrar la semilla para que empezaran en La Popa los falsos positivos y que supuestamente Mejía le contó que el presidente de ese entonces (Álvaro Uribe Vélez) sabía de las reuniones.
“Llevamos a cabo una persecución en contra de la población civil e indígena. Siempre obedecí órdenes de mis superiores sin cuestionarlas y sin pensar el gran daño y el dolor que iba a causar”, puntualizó.
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En el mismo sentido cuestionó el actuar de altos mandos del Ejército y los responsabilizó de tener conocimiento e incentivar los falsos positivos.
“Los soles de Mario Montoya, Justo Eliseo Peña, González Peña, Rodríguez Barragán y Raúl Antonio Rodríguez Arévalo, así como mis manos, están untadas de sangre porque nos daban viajes a Cartagena, fiestas y pistolas como premio. Reuniones con trabajadoras sexuales. Es un crimen de Estado porque hasta el presidente pedía resultados, tropa que no daba resultado no le daban permiso, eso era la seguridad democrática, solo matar a personas inocentes que no tenían que ver con el conflicto”, finalizó.
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