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Recuperemos la riqueza de la Ciénaga Grande de Santa Marta, volvamos al Paraíso

Ojalá cada uno de nosotros, desde los roles que tenemos en la sociedad, estuviéramos comprometidos con la cultura y el territorio.

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“Ya están maduras las grosellas de tu cuento// Ya está sembrado de jureles todo el mar//Ya estoy pescando las palabras que diré// Te quiero, diré te amo, diré te espero, ¿y tú qué dirás?” Este es un verso de Cumbiana, una de las bellas canciones de Carlos Vives, ese artista samario que entendió que las canciones nacen de dinámicas y rutinas de un territorio que toca cuidar para que siga siendo fuente inagotable de esa poesía que expresa a los seres humanos en su urdimbre de relaciones cotidianas.

Este jueves, Carlos Vives participó en la Asamblea del BID2021, en el Conversatorio ‘Diversidad Biocultural y Humedales’. En su diálogo con Mauricio Claver-Carone, presidente de este organismo multilateral, reiteró su mensaje sobre que es cuidando la biodiversidad y a la gente como se cuida la música.

Exactamente dijo: “Vivo muy agradecido con mi cultura, con mi pueblo y por eso mi fundación quiere devolverles algo. Se hace necesario cuidar nuestro territorio, nuestros ríos, montañas y páramos. No es con Grammys que salvaremos a la gente, es cuidando la naturaleza, insisto, esto no es con discos, es cuidando nuestro territorio. Si seguimos cuidando nuestras aves, van a seguir surgiendo canciones”. Eso es lo que trata de hacer con su fundación “Tras la Perla”.

Leí su libro Cumbiana y me encontré con esa cultura anfibia, cercana a donde nací, pero que no conocía muy bien, y que me invita a entender la cumbia como expresión polisémica de la región. Me emociona ver a alguien tan talentoso, con tanto éxito comercial –recuerden que ha ganado 2 Grammys anglos y 15 latinos- y que ha universalizado el sonido de nuestra tierra, comprometido con estas dinámicas de vida que muchos descuidan y desprecian.

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Me gustó escucharlo decirle al presidente del BID, hablando sobre la Ciénaga grande de Santa Marta: “Este cuerpo de agua tiene una problemática muy grande, a su alrededor hay unas 50.000 personas que se empobrecieron de la misma forma en que se empobreció el ecosistema. Fuimos perdiendo las aguas dulces, la relación con el río, con el mar, y empobrecimos la pesca y obligamos a todos a vivir al pie de la carretera esperando que pase el progreso (…) pero allí llegan muchas aves migratorias, por allí se cultiva el banano (…) así que es urgente mejorar esa carretera”.

Ojalá cada uno de nosotros, desde los roles que tenemos en la sociedad, estuviéramos comprometidos con la cultura y el territorio de esa manera.

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Escuche la reflexión y la opinión de Mañanas BLU:

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