"Virgen Inmaculada, hoy hubiera querido traerte el agradecimiento del pueblo ucraniano por la paz que llevamos tanto tiempo pidiendo al Señor", dijo
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Y, agregó, haciendo un pausa por la amargura, "en cambio aún tengo que traerte la súplica de los niños, de los ancianos de los padres y madres, de los jóvenes de esa
"Mirándote a ti, que estás libre de pecado podemos seguir creyendo y esperando que sobre el odio venza el amor,
Francisco recordó que después de estos dos años que le habían obligado a rendir homenaje a solas al alba, regresó con la presencia de los fieles y romanos para llevar agradecimientos y súplicas.
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También llevó ante la Virgen "los sueños y las angustias de los jóvenes, abiertos al futuro pero frenados por una cultura rica de cosas y pobre en valores, saturados de información y carente en educar, persuasiva en ilusionar y despiadada en el decepcionar".
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Francisco llegó en coche ante la plaza Mignanelli hacia las 3:30 de la tarde hora local y fue recibido por el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri; después se depósito ante los pies de la columna un ramo de flores amarillas y blancas, los colores del Vaticano, y se sentó en un silla colocada en medio de la plaza, ya que
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Ante miles de romanos que volvieron a participar en esta fiesta, el papa se levantó para pronunciar su oración, tras de lo cual permaneció durante unos instantes en silencio.
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A continuación, saludó a muchos de los fieles presentes, entre ellos a los enfermos en las primeras filas, y también se acercó a la embajada de España para saludar y conversar unos minutos con la embajadora, la exministra Isabel Celaá.
La tradición papal de la ofrenda de flores se remonta a 1857, tres años después de la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de la Virgen María, que formuló el papa Pío IX (1846-1878).
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Tres años después, el 8 de diciembre de 1857, mandó erigir el monumento de la Inmaculada Concepción en la Plaza España, ante la embajada de española, como premio porque muchas solicitudes de proclamación del dogma llegaron desde España.