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Físico estadounidense encontró un atajo para llegar a Marte en 90 días

El plan contempla una misión a gran escala con seis naves: dos tripuladas y cuatro de carga que deberían ser lanzarlas en un lapso de dos a tres semanas

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Viajar a Marte en solo 90 días: el plan que desafía las reglas de la exploración espacial
Creado con IA Grok

Un nuevo estudio científico propone reducir drásticamente los tiempos de viaje a Marte utilizando tecnología disponible hoy. La propuesta, liderada por el físico Jack Kingdon de la Universidad de California y publicada en Scientific Reports, plantea un trayecto de apenas 90 días por trayecto utilizando cohetes químicos como la Starship de SpaceX, en lugar de depender de tecnologías futuristas aún en desarrollo.

La clave está en una maniobra interplanetaria de alta energía basada en el clásico problema de Lambert, que permite optimizar la trayectoria sin alterar la física conocida ni requerir nuevos tipos de propulsión. Con un impulso inicial lo suficientemente potente, dos naves tripuladas podrían alcanzar Marte en tres meses, reduciendo considerablemente el riesgo por exposición a la radiación, uno de los principales desafíos de las misiones largas al planeta rojo.

Sin embargo, la propuesta no es sencilla. El plan contempla una misión a gran escala con seis naves involucradas: dos tripuladas y cuatro de carga. Para lanzarlas todas, sería necesario ejecutar alrededor de 45 despegues de Starship en un lapso de dos a tres semanas, una cifra que coincide con los ambiciosos planes de SpaceX para aumentar su capacidad operativa.

Uno de los mayores desafíos técnicos no se encuentra en el espacio profundo, sino justo sobre nuestras cabezas: la órbita terrestre baja. Allí, se establecería una especie de gasolinera espacial. Cada Starship tripulada necesitaría alrededor de 15 repostajes con metano y oxígeno líquido para alcanzar las 1.500 toneladas de propelente necesarias. Las naves de carga, por su parte, requerirían cuatro repostajes cada una y seguirían una ruta más lenta y eficiente energéticamente.

Una vez completada la carga de combustible, las naves tripuladas ejecutarían un impulso que les permitiría salir de la órbita terrestre y tomar la trayectoria directa a Marte. A su llegada, una maniobra de aerocaptura, que aprovecha la fricción con la atmósfera marciana para reducir la velocidad, permitiría el frenado sin agotar el combustible. Luego, un encendido final posibilitaría el aterrizaje propulsivo en la superficie.

El estudio fija una posible ventana de lanzamiento en 2035 y una de regreso en 2037. No obstante, reconoce que el plan depende de dos tecnologías críticas aún no dominadas a gran escala: el repostaje orbital criogénico y la aerocaptura hiperbólica. Además, plantea una logística de regreso aún más compleja, que incluye la instalación de una planta de producción de combustible en Marte utilizando reactores Sabatier para fabricar metano y oxígeno con los recursos disponibles en el planeta.

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Para volver, la nave tripulada tendría que despegar de la superficie marciana, alcanzar la órbita y reunirse con las naves de carga, que actuarían como cisternas para transferir el combustible necesario para el viaje de regreso.

A pesar del entusiasmo, la propuesta de Kingdon contrasta con la cautela histórica de agencias como la NASA, que ha preferido misiones más conservadoras con trayectos largos pero seguros. Aún así, el estudio demuestra que, desde el punto de vista técnico y matemático, una misión de 90 días a Marte es posible.

Eso sí, siempre y cuando el objetivo sea regresar. Porque si se sigue la visión de Elon Musk, el futuro podría estar en enviar primero robots y después voluntarios para construir una ciudad autosuficiente en Marte, sin planes inmediatos de vuelta a la Tierra.

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