Desolador es el panorama que hoy se vive en el asentamiento humano 12 de Octubre, en Bucaramanga.
Entre escombros, cenizas y estructuras calcinadas, familias enteras recorren lo que quedó de sus viviendas intentando rescatar algún enser, como neveras o lavadoras, o buscando a sus animales, muchos de los cuales murieron atrapados por las llamas.
La tragedia obligó a padres de familia a pasar la noche a la intemperie, en plena calle, tras evacuar a sus hijos minutos antes de que el fuego consumiera las casas. El cansancio, el miedo y la incertidumbre se reflejan en los rostros de quienes lo perdieron todo.
Doris Camacho, una de las afectadas, relató los angustiosos momentos que vivió durante la emergencia: “Da pánico. Yo entré en shock, no era capaz de pararme de la impresión, todo el mundo corría llorando, viendo cómo todo se quemaba. Los abuelitos veían perder sus cosas y algunos no querían salir de las casas. Fue terrible, parecía el fin del mundo. No hemos dormido, nos quedamos afuera orando a Dios”.
Otra de las historias es la de Omar Correa, quien llegó de trabajar justo cuando las llamas ya se propagaban sin control: “Yo saqué a mis hijas y los dos cilindros de gas. Se me quemó todo, no tengo nada. Estaba haciendo la comida cuando vi el fuego, era terrible. En otros casos los cilindros alcanzaron a explotar”.
La escena es aún más dolorosa para los niños, que lloran la pérdida de sus mascotas, perros y gatos que los acompañaron durante años y que quedaron atrapados junto a las viviendas.
Por su parte, Alonso Rayón, presidente de la Junta de Acción Comunal del sector, describió la magnitud del incendio como una pesadilla colectiva.
“Anoche fue un susto enorme, fue como un infierno que se nos estalló ahí. Los bambúes sonaban y explotaban con las llamas. Evacuábamos sin saber hasta dónde iba a llegar el fuego. Esto fue una locura, había por lo menos 500 o 600 personas en riesgo”.
Mientras avanzan los censos oficiales y la entrega de ayudas humanitarias, las familias del asentamiento 12 de Octubre intentan recomponerse en medio de la tragedia, aferradas a la solidaridad y a la esperanza de poder reconstruir lo que el fuego les arrebató en cuestión de minutos.