Así funcionaría la nueva propuesta educativa trazada por la Fundación Merani
Esta visión más integrada propone articular colegios, universidades y empresas para que la formación educativa esté alineada con las demandas del mercado.
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En un contexto donde miles de jóvenes universitarios egresan con un título, una deuda impagable y sin empleo estable, la Fundación Social Alberto Merani ha lanzado una apuesta integral por transformar la educación en Colombia. A través del lanzamiento de sus programas "Meranistas a la U" y "Lectores Competentes", la organización busca conectar el sistema educativo con las necesidades del mercado laboral, ofreciendo soluciones reales para que la educación deje de ser una promesa frustrada y se convierta en una herramienta efectiva de movilidad social.
La presentación oficial de estos programas reunió a un amplio espectro de actores: docentes, egresados, empresarios, universidades y expertos en recursos humanos, en un esfuerzo por construir puentes entre la academia y el mundo productivo. La necesidad es evidente: aunque el país ha reducido significativamente el número de jóvenes sin bachillerato, muchos egresados universitarios no logran insertarse laboralmente. Según datos de la OCDE, el 11,2% de los profesionales colombianos están desempleados y el 22% de los jóvenes que inician la universidad, la abandonan en el primer año.
Frente a este panorama, Alejandro de Zubiría, director de la Fundación Merani, propone una visión más integrada: articular colegios, universidades y empresas para que la formación educativa esté alineada con las demandas del mercado. La meta es clara: evitar que los estudiantes se endeuden sin retorno, y facilitar su transición a una vida profesional exitosa.
“La educación no puede ser un salto al vacío. Queremos que los estudiantes tomen decisiones informadas desde el colegio, que vivan experiencias reales con empresas antes de escoger una carrera, y que quienes los apoyen financieramente, universidades y compañías, vean su inversión retornada con creces”, explica De Zubiría. En esta línea, ya se concretó la primera alianza estratégica con la Escuela de Administración de Negocios (EAN), que facilitará la continuidad educativa, fomentará la investigación aplicada y ofrecerá experiencias prácticas desde los primeros semestres.
La Fundación Merani es ampliamente conocida por su enfoque en el desarrollo del pensamiento crítico a través de la pedagogía conceptual, metodología aplicada hoy en más de 100 colegios en 21 departamentos. Con su programa Lectores Competentes, más de 40.000 años estudiantes han mejorado su capacidad analítica mediante esquemas gráficos, argumentación estructurada y pensamiento inferencial, habilidades cruciales en un mundo donde la información es abundante pero el criterio escaso.
El impacto de esta metodología es tangible: los colegios que la implementan figuran consistentemente entre los 200 mejores en las pruebas Saber, con un promedio de 305 puntos. Pero la apuesta va más allá del aula. En Nemocón, la fundación ha construido el colegio Mega Aula Cohete, un modelo autosostenible que no solo es el más económico del país, sino también una propuesta de comunidad educativa que podría replicarse en zonas industriales. La idea es ambiciosa: vincular vivienda, empleo y educación en un mismo ecosistema para fomentar arraigo, cohesión social y oportunidades reales de crecimiento.
Desde el sector empresarial, voces como Jorge Eduardo Cardona, gerente de IntexZona, coinciden con la urgencia de este modelo. “No faltan plazas, falta retención. Muchos jóvenes abandonan el empleo en los primeros meses porque no estaban preparados para la realidad laboral. Necesitamos programas educativos que formen con base en la demanda del mercado”, advierte. De hecho, mientras el 37% de los estudiantes opta por carreras en derecho, administración o negocios, solo el 24% elige áreas STEM, donde hay mayor necesidad de talento.
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La visión de la Fundación Merani plantea que financiar la educación no sea un costo, sino una inversión. Para lograrlo, buscan sumar más colegios públicos y privados a su red, ampliar las alianzas con universidades y empresas, y replicar su modelo de formación crítica en nuevas regiones.
“Si logramos que los jóvenes se proyecten con realismo, que entiendan la diferencia entre éxito inmediato y construcción a largo plazo, y que sepan adaptarse con creatividad, habremos cumplido nuestra misión”, concluye De Zubiría.
Lo que comenzó como un colegio para niños “superdotados” hoy se perfila como uno de los movimientos educativos más prometedores del país.
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