Más de 70 colegios y universidades en Colombia fueron abandonados por más de una década
Durante años, en distintos rincones del país, quedaron en pie esqueletos de concreto que prometían ser colegios y universidades. Algunas de esas construcciones fueron abandonadas por más de 10 años.
Para muchos es común escuchar el término elefantes blancos, pues hace referencia a obras públicas que fueron financiadas con recursos del Estado, pero quedaron inconclusas, abandonadas o en desuso, debido a problemas de planeación, mala ejecución o, en algunos casos, corrupción. Frente a esto, hace poco el Ministerio de Educación manifestó que más de 70 establecimientos (colegios y universidades) no fueron terminados y algunos de ellos permanecieron por más de 10 años esperando a ser recuperados.
Durante años, en distintos rincones del país, quedaron en pie esqueletos de concreto que prometían ser recintos educativos, estas instituciones estuvieron por mucho tiempo rodeadas de maleza, muros sin techo y salones que solo conocieron el eco del abandono. En algunos pueblos, esos edificios inconclusos fueron usados como bodegas, refugio de animales o simplemente puntos de referencia para los habitantes.
Ahora, muchas de esas estructuras vuelven a tener sentido. La entidad gubernamental anunció que las 73 instituciones educativas, que permanecieron abandonadas, están siendo reactivadas y entrarán en funcionamiento entre finales de 2025 y 2027.
La iniciativa del Gobierno pretende recuperar las obras por medio de nuevas inversiones, ajustes técnicos y la supervisión directa de los proyectos a cargo del Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE). “Estamos yendo a todos los territorios a supervisar las obras para que estén en el menor tiempo posible”, señaló Sebastián Caballero, gerente del FFIE, al referirse al proceso de seguimiento que han hecho a estos proyectos.
Colegios abandonados en Colombia
La misma historia de abandono se repite con matices distintos en cada región. En Antioquia, por ejemplo, las instituciones educativas Tomás Cadavid, en Bello, y Barrio Olaya Herrera, en Medellín, permanecieron detenidas desde 2017; hoy, tras más de ocho años de espera, tienen fecha de entrega. En Risaralda, instituciones como la Santo Tomás de Aquino, en Apía, o el Instituto Tecnológico de Santa Rosa de Cabal, tuvieron casi una década de suspensión.
El Valle del Cauca es uno de los departamentos con más obras recuperadas. Allí se reactivaron los proyectos de los establecimientos José Acevedo y Gómez y Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Buenaventura, además de colegios en Cali, Dagua y Versalles. En total, más de 10 obras en la región pasaron de ser construcciones olvidadas a planteles en proceso de terminación.
Colegio abandonado en Cañasgordas, Antioquia.
Foto: Ministerio de Educación.
En el Chocó, las instituciones educativas Luis López de Mesa en Bahía Solano, permanecieron paralizadas desde 2018 (están a punto de finalizarse). En Boyacá, colegios como la Normal Superior Santiago de Tunja o el Politécnico Álvaro González Santana pasaron años en trámites inconclusos y retrasos contractuales. Y en Tolima, proyectos como los establecimientos Joaquín París y José Joaquín Flórez Hernández (ambas en Ibagué) hasta hace poco volvieron a tomar forma.
Cada una de estas obras cuenta una historia distinta, comunidades rurales que esperaron años por un aula terminada, jóvenes que soñaban con tener un lugar en el cual aprender, y docentes que buscaban oportunidades de empleo que hasta ahora ven un posible regreso a las aulas de clase.
Universidades abandonadas en Colombia
Las obras de establecimientos abandonados o inconclusos no solo se limitan a los colegios. En Tumaco (Nariño), el proyecto del Campus Tumaco-Pacífico de la Universidad Nacional, quedó sin financiación en 2021, fue reactivado con una inversión cercana a los $61.000 millones. Se espera que esta primera fase beneficie a más de mil estudiantes del Pacífico nariñense.
En Istmina, Chocó, la sede de la Universidad Tecnológica de la ciudad, fue suspendida desde 2012. Actualmente, retomó su construcción con recursos adicionales para el área de bienestar y la rehabilitación de bloques académicos.
Ahora, niños, jóvenes y maestros esperan que se finalicen los proyectos inconclusos para poder recuperación la confianza en territorios que durante años se sintieron olvidados.