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En una sala del Clínica Materno Infantil San Luis de Bucaramanga Paola Cantillo Acosta libra una batalla silenciosa pero implacable por la vida de su hija de 15 años.
Ambas llegaron desde Barrancabermeja sin más equipaje que la urgencia médica y la esperanza de encontrar aquí la atención que su municipio no puede brindarles.
La adolescente nació con una malformación anorrectal que la obligó a enfrentar su primera cirugía apenas llegada al mundo. Desde entonces, seis intervenciones quirúrgicas han marcado su historia.
A esa condición se sumó, hace un tiempo, un diagnóstico devastador: insuficiencia renal; el 11 de noviembre fue sometida a un procedimiento para instalar un catéter peritoneal y así iniciar diálisis diaria debido a una vejiga neurógena que impide el funcionamiento normal de sus órganos.
Desde entonces, madre e hija permanecen en Bucaramanga, sin familia y sin recursos, tratando de sostener la rutina médica que les impone la enfermedad. “A veces nos regalan el almuerzo en la EPS, otras veces tengo que bajar y pedirle a la gente que me ayude”, relató Paola.
Mientras su hija permanece internada recibiendo antibióticos para controlar una infección, Paola intenta aprender el proceso de diálisis peritoneal que deberá realizarse en casa. Un aprendizaje que exige quedarse en el hospital por semanas y que las obliga a enfrentar un nuevo reto: ¿dónde vivirán cuando les den salida médica?
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“Cuando nos den salida debemos quedarnos en Bucaramanga para continuar con las diálisis, pero eso significa pagar hospedaje, alimentación, transporte y las cosas de aseo que ella necesita. Yo no tengo trabajo aquí ni a nadie que nos ayude”, explicó.
La joven será ingresada pronto a la lista nacional de trasplantes. El trasplante renal es su única posibilidad de recuperar estabilidad y dejar atrás el desgaste físico de las diálisis diarias. Pero la espera puede ser larga, y los gastos inmediatos no dan tregua.
Por eso Paola hace un llamado urgente a la solidaridad “Si nos pueden ayudar con pañales, pañitos húmedos, sábanas, ropita o un almuerzo, de corazón lo agradecería. No tengo dónde lavar la ropa y ya no tenemos casi nada”.
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Quienes deseen colaborar pueden comunicarse directamente con la madre de esta menor al número celular 312-497-5958.
En medio de la incertidumbre, Paola continúa aferrada a la esperanza. La misma esperanza que la trajo a Bucaramanga y que hoy sostiene a una madre que solo pide una oportunidad para que su hija pueda seguir viviendo.