En diálogo con Relatos al Límite, de Blu Radio, Angélica Soler, madre de David Fernández, relató la desaparición forzada y posterior asesinato de su hijo, un joven de 22 años que pasó de ser líder social y consejero de juventud a convertirse en víctima de las disidencias de las Farc.David, descrito por su madre como un estudiante destacado y líder natural, participó activamente en las protestas de 2021, apoyando logística y alimenticiamente a los jóvenes de la Primera Línea con la convicción de trabajar por "un mejor país". Su compromiso lo llevó a trabajar en campañas políticas y a ser elegido, por voto popular, como Consejero de Juventud de la localidad de Kennedy en 2022.La desapariciónLa última vez que Angélica vio a su hijo fue el 26 de noviembre de 2022, cuando almorzó en casa. Esa misma noche, David llamó a su madre para decirle que ya iba hacia la casa, pero nunca llegó. Al día siguiente, inició una búsqueda desesperada por hospitales, Medicina Legal y la Fiscalía, sin obtener respuestas. Durante ese proceso, asegura haber recibido llamadas anónimas amenazantes instándola a "no buscarlo más".La llamada desde la selva y el anuncio de su muerteUn año después, el 7 de junio de 2023, Angélica recibió una breve y angustiante llamada de David. "Mamita linda, me escapé anoche. No se crea de todo lo que dicen... a mí me tienen obligado", le dijo su hijo, según su testimonio.La situación tomó un giro cuando, en julio de 2024, alias 'Iván Mordisco', cabecilla de una de las facciones disidentes, anunció en un video que David había sido dado de baja por orden de alias 'Calarcá', líder de un grupo rival, por intentar desertar. Para Angélica, los videos donde aparece su hijo en territorios selváticos muestran a un joven "triste", "manipulado" y "obligado", alejado del muchacho expresivo y seguro que ella conocía.La búsqueda de justicia y el cuerpoA la fecha, Angélica Soler desconoce el paradero del cuerpo de su hijo. Denuncia una falta total de compromiso y respuestas por parte de las entidades del Estado. Además, relató que, incluso después del anuncio público de la muerte, fue citada a varias reuniones infructuosas por parte de instancias gubernamentales, incluyendo la Comisión de Paz, donde asegura sentirse "burlada". En una ocasión específica, afirma que un funcionario público la dejó plantada después de citarla para, supuestamente, darle una respuesta.Angélica Soler envío un mensaje directo al presidente Gustavo Petro, a cuyo equipo de campaña apoyó David: "Él sabe dónde está mi hijo... Él sabe por qué le mandaron quitar la vida a mi hijo". Su principal reclamo es que, si el Gobierno tuvo la oportunidad de capturar a alias 'Calarcá', debió exigirle la entrega de los restos de su hijo y de otros jóvenes reclutados.
Un juez penal de control de garantías impuso envió a la cárcel Haizak Karol Chara, uno de los presuntos implicados en el asesinato del joven Harold Aroca, de 16 años, el pasado mes de agosto en Bogotá. Los hechos ocurrieron en el barrio Los Laches de la localidad de Santa Fe, en el centro de Bogotá.De acuerdo con la Fiscalía, en la judicialización del capturado se tuvieron en cuenta los videos y otras evidencias, que fueron determinantes.“Dan cuenta de que el menor de edad fue interceptado en un parque por un grupo de hombres, entre ellos estaría el hoy procesado; cuestionado por los señalamientos que supuestamente hizo contra una organización delincuencial del sector, trasladado a un sitio donde fue sometido a tratos crueles e inhumanos y finalmente atacado con arma de fuego”, informa la Fiscalía en un comunicado.En la información, la Fiscalía dice que el cuerpo de la víctima fue abandonado en una zona boscosa: “Días después, el 9 de agosto, la familia del joven y las autoridades lo encontraron con quemaduras en varias partes del cuerpo y cuatro lesiones de proyectil. Por todo lo anterior, Haizak Karol Chara fue capturado en vía pública por unidades de la Policía Nacional. Una fiscal de la Unidad de Niños, Niñas y Adolescentes (UENNA) le imputó los delitos de homicidio y tortura, ambas conductas agravadas; secuestro simple y porte ilegal de armas de fuego”, dice la Fiscalía.En diálogo con Relatos al Límite, de Blu Radio, Diana Carolina García, la mamá de la víctima narró cómo descubrió el cuerpo de su hijo y lo que ha tenido que pasar para buscar justicia.
La vida de Diana Herrera ha estado marcada por desafíos extremos: desde el abandono maternal a los 9 años hasta la pérdida total de la visión a la edad de 30 años. A pesar de los traumas, se ha transformado en un símbolo de perdón y sanación.En una emotiva entrevista en Relatos al Límite, Herrera compartió detalles de su infancia y cómo logró reconstruir su vida, hoy dedicada a inspirar a otros a romper sus propios límites. La mujer relató cómo conoció el abandono cuando su madre la dejó junto a sus dos hermanos menores en un terminal de transportes en Ibagué. Su madre, quien fue madre a los 15 años, no asimiló la situación de ser progenitora. Diana, con tan solo nueve años, se sintió perdida mientras se hacía cargo de su hermano de cuatro y su hermana de dos. Aunque su familia paterna la encontró y se hizo cargo, su infancia estuvo plagada de inseguridad. Herrera experimentó maltrato físico por parte de su familia paterna y una sensación constante de vacío, al no tener a su madre ni a su padre presentes.Además, durante su adolescencia, sufrió un intento de abuso por parte de un tío político, una situación que su familia no creyó, calificándola de "chismosa". Años después, a los 22, Diana buscó a su madre, pero lo que recibió fue un "maltrato psicológico terrible". Lejos de profundizar la herida, este encuentro fue clave para la liberación: "Fue un parte importante para empezar a sanar, porque entendí y comprendí que ella no nos quería en la vida de ella y que pues cuando alguien no te quiere en tu vida, ¿Qué es lo mejor que puedes hacer? Alejarte".La crisis de la adultez llegó con la inexplicable pérdida de la visión a los 30 años. Tras un año de tratamientos infructuosos, incluyendo inyecciones intravítreas muy costosas (cerca de 12 millones por ojo), un día despertó sin ver "absolutamente nada". Este trauma la sumió en una depresión profunda de tres años, llevándola a intentar quitarse la vida dos veces.Su resiliencia se activó gracias a una conmovedora intervención de su hija: "Y un día cualquiera mi hija me: ‘mamá, yo ya estoy cansada de verte así, ¿Tú no crees que Dios tiene un propósito contigo?’ Y una niña que te diga eso, o sea, te parte el alma y te hace recapacitar mucho". A partir de ese momento, decidió que debía cambiar su manera de pensar y aceptar su nueva condición, entendiéndola como diferente, pero no imposible.Tras superar la depresión, Herrera, tecnóloga en Negocios Internacionales, incursionó en el emprendimiento creando Refrigerios Express. Actualmente, su principal enfoque es dictar charlas de motivación y crecimiento personal en empresas, donde entrena a las personas sobre cómo tratar y convivir con la discapacidad.
Allison Vivas compartió su experiencia como sobreviviente de una red internacional de trata de personas en Relatos al Límite, luego de ser engañada por una amiga con una oferta laboral falsa en México. Su historia, que ella misma califica como un "infierno", busca concientizar y salvar vidas.Todo comenzó hace casi nueve años, cuando una amiga cercana de Allison, quien ya se encontraba en México, empezó a publicar en redes sociales una vida de lujos, viajes y playas, sembrando la idea de una oportunidad laboral en un restaurante con horarios cómodos y buen salario. Proveniente de una familia de escasos recursos en Colombia, Allison vio en esta oferta la posibilidad de cumplir sus sueños: estudiar, comprarle una casa a su madre y tener un mejor futuro."Las condiciones socioeconómicas también ayudan mucho a que tú creas en este tipo de cosas", afirmó Allison, quien, confiando ciegamente en su amiga, tomó la decisión de viajar sin informar a su madre hasta estar "en un lugar seguro".Al llegar a Cancún, fue recibida por un hombre de apariencia poco amable, pero que no la maltrató. Junto con otra joven colombiana, fue llevada a una casa en un fraccionamiento privado. Allí, con el pretexto de realizar trámites para un contrato laboral, le pidieron su pasaporte, que ella entregó voluntariamente.El engaño se hizo evidente al ver el "contrato": una deuda inicial de más de 40 millones de pesos colombianos por conceptos de pasaporte, tiquetes, hospedaje y comida. "Hasta que no pagues tu deuda no puedes empezar a recibir un sueldo completo", explicó.Allison fue forzada a trabajar en un restaurante-bar que funcionaba como fachada para la explotación sexual. Sus "funciones" incluían sentarse con clientes y ofrecer servicios sexuales bajo un sistema de multas constantes: por negarse a trabajar, por estar enferma, por no bailar en shows obligatorios o por no mostrar una actitud "productiva".La jornada era extrema: de 2:00 p.m. a 5:00 a.m., casi todos los días. Las víctimas estaban constantemente vigiladas, sin libertad de movimiento y sin acceso al dinero, ya que los supuestos "tips" que recibían eran en forma de billetes didácticos sin valor.Allison relató la impotencia de sentirse atrapada: "Yo no quería hacer un escándalo de 'sáquenme de aquí' porque yo sabía que me iba a ir en un cajón o simplemente me desaparecían". Perdió la autonomía sobre su propio cuerpo, incluso cuando contrajo una infección estomacal grave que requirió hospitalización, cuyo costo también le fue añadido a su deuda.Además, cuestionó la complicidad o indiferencia de las autoridades locales: "Cuando tú ves que la policía entra a un lugar de esos y ves que todas son colombianas o que todas son extranjeras... ¿no te parece rarísimo?".Su cautiverio terminó cuando un operativo policial allanó el lugar y todas las mujeres fueron detenidas. Sin embargo, la "liberación" fue otro calvario. Relata que el trato durante la deportación fue inhumano: encierro en celdas sobrepobladas, falta de higiene, comida en mal estado y condiciones denigrantes. "No nos dieron el mínimo de dignidad humana, ni siquiera para deportarnos".Lo más grave fue que, bajo presión, las hicieron firmar un "amparo" que exoneraba a sus captores de cualquier responsabilidad, liberándolos efectivamente. "Él está haciendo exactamente lo mismo desde el 2011. En muchos países... lo han encerrado mil veces y nunca pasa nada", denunció.De regreso en Colombia, y tras un difícil proceso de recuperación, Allison decidió convertir su dolor en un propósito. Al compartir su historia, recibió cientos de mensajes de otras víctimas que se sintieron identificadas.Actualmente, se define no como una víctima, sino como una sobreviviente, y se dedica al activismo contra la trata de personas. Forma parte del movimiento "La Empatía es Gratis", donde buscan ayudar a personas en condición de vulnerabilidad.Allison hace un llamado a la conciencia colectiva: "Si no hay clientes, no hay demanda, no hay negocio". Insiste en la necesidad de informarse y entender que la trata de personas no solo es explotación sexual, sino también laboral, matrimonios serviles y otras modalidades.
Melissa Gaona, una joven colombiana de 25 años, enfrenta un calvario de dolor crónico tan severo que la ha llevado a solicitar la eutanasia. Su vida está marcada por múltiples enfermedades que la han acompañado desde los 18 meses de nacida, siendo la más incapacitante la endometriosis. "Yo nunca he tenido un día, no sé qué es no sentir dolor, no sé qué es sentirse bien", aseguró en Relatos al Límite. En la actualidad, sufre dolor pélvico y abdominal, inflamación severa, y lleva días sin poder dormir, experimentando dolor incluso al respirar.El camino de la joven de 25 años hacia un diagnóstico fue tortuoso, siendo diagnosticada con endometriosis a los 24 años. Antes de esto, su dolor fue constantemente atribuido a problemas mentales. Ella recuerda la indiferencia de los doctores: "No, lo que pasa es que usted está loca, usted no tiene nada, usted se está inventando las enfermedades o es hipocondríaca".La paciente también fue víctima de maltrato físico y psicológico en diversos centros médicos. Melissa relata un episodio en el que un médico en un hospital la condicionó para recibir un medicamento para el dolor: "Si usted me deja tocarla sin guantes, yo de una hago que le pongan el medicamento". La situación se tornó tan desesperada que una doctora, ante su deseo de morir, le aconsejó: "Por favor mátese, si quiere morir, mátese. Había unas pastas en la mesa y me dijo tómeselas y mátese". Gaona concluye que esta indiferencia y el dolor la empujaron a la decisión drástica: “Ellos me llevaron a tomar esa decisión, el dolor y ellos”.El sistema de salud colombiano desahució a Melissa, ofreciéndole como única opción una cirugía mutilante (extirpación de útero, ovarios, trompas, y partes del colon o intestino) que solo mitigaría el dolor en un 15 % a 20 %, sin garantizar una mejoría en su calidad de vida. “No me dejan morirme asistidamente sin que yo sufra y tampoco me da una solución para sobrellevar el dolor, entonces yo qué hago?”. Ante la falta de especialistas y la incapacidad de los médicos en Colombia, Melissa y su familia buscan ayuda en centros especializados en el extranjero (México, Suiza), donde se realiza la cirugía de escisión, un procedimiento que no está disponible en el país.Melissa Gaona, quien ha acudido sin éxito a senadores, a la vicepresidenta y al ministro de Salud, hace un llamado urgente al ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, y a la sociedad: "Que por favor mire la endometriosis y mire todas las mujeres que estamos pasando por esta situación, que es una enfermedad muy incapacitante, que causa mucho dolor y que no tenemos una calidad de vida, que por favor necesito ayuda porque yo quiero vivir, pero no quiero vivir con dolor". Ella reitera que, si bien desea vivir, no quiere seguir en este "infierno".